El circo cerrará sus puertas el año próximo; sin embargo, pasará a la historia después de que sus famosos tigres inspirarán a Dalí a crear una de sus obras más oníricas.,"Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes del despertar" es el nombre de la obra de Dalí inspirada por los tigres del Circo Ringling, cerrado en mayo de este año. Los famosos animales no solo pasarán a la historia por ser iconos publicitarios sino como "musos" del reconocido artista. PUEDES VER: García Lorca y Salvador Dalí, cartas de un amor erótico y trágico De hecho, este casi impronunciable título suele abreviarse centrándose en uno de los aspectos más poderosos del popular lienzo y que, sin embargo, el excéntrico pintor español obvió en el nombre: "Los tigres". Una obra inspirada, como reconocen expertos en el artista, en los felinos del cartel de un circo que cerrará sus puertas en mayo próximo tras 146 años de historia. Y que estaba en su pleno apogeo en la década de los cuarenta cuando Dalí, que ya era un artista de prestigio mundial y uno de los máximos representantes del surrealismo, decidió instalarse en Estados Unidos, donde se metió de lleno en las bambalinas de Hollywood. En aquella época, en la que apenas pintó cuadros, se entregó de manera más absoluta a ese otro "yo" de su personalidad, a su parte más comercial, esa que André Breton bautizaría como "Avida dollars", anagrama de Salvador Dalí. De entre las pocas obras que realiza en aquellos años destaca este "Sueño...", un óleo pintado en 1944 a partir de varias inspiraciones, como el "Pulcino della Minerva", de Gian Lorenzo Bernini, un elefante con obelisco en el lomo que Dalí retrata con sus inconfundibles patas largas. Pero sin duda la más destacada de esas influencias, por cuanto los tigres ocupan el centro del cuadro, es la del cartel del emblemático circo Ringling. Surgido tras la fusión del colorido espectáculo con exóticos animales que regentaba el empresario Phineas Taylor Barnum desde 1841 y del espectáculo de vodevil y malabarismo que en Wisconsin hacían los cinco hermanos Ringling a partir de 1884, el circo Ringling se erigió como uno de los espectáculos más admirados de su época. Y "el mayor espectáculo del mundo" también captó la atención de Dalí que, en esta obra, hoy perteneciente a la colección permanente del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, unos feroces tigres, que emanan de la boca de un pez, que a su vez sale de una inmensa granada, protagonizan el sueño de Gala, al tiempo que centran la mirada del espectador. Ella, la compañera y eterna musa de Dalí, levita desnuda sobre una roca, dormitando con el zumbido de una abeja que revolotea sobre una pequeña granada en el marco de un paisaje que, como en él es habitual, rememora la cala de Port Lligat (Cadaqués), en la que jugaba de crío y en la que instaló, ya como artista consagrado, su residencia -hoy museo-. Como explica el catálogo en línea de la pinacoteca madrileña, pese a que Dalí había "dejado atrás su etapa de surrealismo ortodoxo, en la que había dado rienda suelta al mundo de los sueños", el largo título muestra "su intención de darle un carácter rigurosamente psicoanalítico". Con motivo de la exposición de esta obra en el Teatro-Museo Dalí, en su ciudad natal, Figueras, en 2010, su director, Antoni Pitxot (fallecido en 2015), explicaba que el artista catalán debió de encontrar el cartel circense en Nueva York y que le impresionó tanto que lo plasmó en su pintura. "Dalí utilizaba objetos cotidianos y se anticipaba así al pop art", señalaba entonces.