"La muerte en Venecia": una obra maestra sobre los límites de la decadencia
La decadencia moral ante la pasión, el colapso del orden y el peligro de la negación colectiva son temas que confluyen en esta obra maestra de Thomas Mann, quien obtuvo el Premio Nobel de Literatura de 1929. Este 2025 se cumplen 150 años del nacimiento de este gigante de la literatura.

Este libro sería prácticamente imposible de publicar en 2025. La muerte en Venecia (1912), del premio nobel Thomas Mann, es una crónica del colapso de la voluntad ante el peso de una belleza prohibida —el joven Tadzio— y una muestra de la decadencia de las élites. Gustav von Aschenbach es un reputado escritor alemán en sus cincuentas, cuya vida entera ha sido una glorificación al esfuerzo estoico y dueño de una portentosa obra forjada a base de disciplina. Aschenbach es la encarnación del ideal apolíneo: la serenidad en medio de la desgracia, la gracia en medio de la crisis.
En esta ciudad poética, la vida de Aschenbach cambia por completo al conocer a Tadzio, un adolescente polaco de una "belleza indescriptible". El intelectual, que había reprimido toda pasión, se encuentra por primera vez superado por la atracción. Su amor es inicialmente una contemplación artística, una adoración platónica que transforma al muchacho en una deidad. “La belleza es el camino del hombre sensible al espíritu, solo el camino, solo el medio”, reflexiona Gustav.
Aschenbach pronto se convierte en un acosador clandestino que sigue la rutina del joven, abraza su sombra, sus movimientos. Pero un rumor comienza a circular por la ciudad: hay una epidemia de cólera en ciernes, acallada por las autoridades venecianas por precaución a que el pánico fulmine el turismo en la ciudad.
La muerte en Venecia es una novela autobiográfica. El propio Mann, casado con Katia Pringsheim y con seis hijos, escribió en sus diarios sobre su sensibilidad homosexual y su carácter inestable, muy distante a la fuerza y determinación que mostraba en su prosa. La familia Mann, sin embargo, era conocida por ser liberal en comparación con los estándares de la época. De hecho, su esposa conocía y respetaba los deseos de su marido, según ha contado el autor de la novela El mago, la historia de Thomas Mann, Colm Tóibín.
“Al final de su vida su mujer, Katia, escribió sus memorias y dice que en el año 1911 fueron a Venecia con Thomas, y que cada día en la playa había un chico muy guapo, de una familia de Polonia, y que Thomas lo miraba constantemente”, cuenta Tóibín para WMagazin, en lo que sería la génesis de la novela.
Mann provenía de una familia burguesa, hijo de un empresario alemán y una intelectual de origen brasileño (sí, tenía sangre sudamericana, detalle ignorado por la intelectualidad alemana en aquellos años). Su vida, enmarcada por dos guerras mundiales, fue bastante compleja como su obra. Fue un eterno exiliado: primero desde Alemania hacia Suiza en 1933 —después de que Hitler llegara al poder—, y luego hacia Estados Unidos, en 1938. En los últimos años de su vida volvió a Suiza, donde finalmente falleció en 1955.
Es importante remarcar que la influencia fundamental de La muerte en Venecia proviene de Nietzsche y su obra El nacimiento de la tragedia, donde postula los principios estéticos en la cultura griega: lo apolíneo (luz, el orden, la serenidad y la belleza) y lo dionisíaco (éxtasis, la pasión desenfrenada y el caos de la naturaleza).
Asimismo, Mann incluye reflexiones que evocan los diálogos del Fedro, de Platón, donde se teoriza sobre el amor (Eros) como la ruta hacia lo espiritual y la idea de la belleza. Aschenbach justifica su obsesión por Tadzio como un ejercicio filosófico y un camino espiritual. Sin embargo, no logra contener el contagio físico y moral, llevando el amor platónico hacia la autodestrucción.
En tiempos de crisis política, La muerte en Venecia es un espejo en el que mirarnos, por la exploración de la decadencia moral e institucional, el colapso del orden y el peligro de la negación colectiva ante una amenaza inminente. Más allá de la estética, tema principal de esta novela corta, es una poderosa metáfora sobre el colapso y lo irracional.

















