Los 150 años de Thomas Mann
Un aniversario de número redondo viene pasando, inexplicablemente, desapercibido. La revista “Humboldt” del Goethe Institut pone en lo alto a este tremendo autor alemán. Incluso Vargas Llosa quiso aprender alemán para poder leer a Thomas Mann.

El próximo 6 de junio se cumplen 150 años del nacimiento del escritor alemán Thomas Mann. Vale indicar que este dato no lo tenía en el radar y tampoco lo tienen, al menos hasta la realización de esta nota, las secciones culturales de los diarios/webs y no solo peruanos. Ese es un tremendo error (estar atento a la novedad fugaz no es la idea) porque este aniversario 150 de Mann, y el próximo 12 de agosto, se cumplen 70 años de su muerte, sirven para poner en bandeja a uno de los autores capitales del siglo XX y cuya obra, que es una invitación a la reflexión y a la autocrítica de la dimensión humana, sí tiene no poco que decir en estos tiempos marcados por la confusión y la inmediatez.
Me enteré gracias a la cuenta de Instagram del Goethe Institut de Lima, que mediante su revista Humboldt trae un muy buen especial, precisamente, sobre este aniversario de Thomas Mann. No esperaba menos del Goethe Institut, en cuya biblioteca pasé no pocos años leyendo a los maestros alemanes y Thomas Mann fue uno de ellos.
En 1929, a Thomas Mann se le concedió el Premio Nobel de Literatura. Para aquel entonces, el escritor ya había publicado tres de sus obras maestras: Los Buddenbrook de 1901, La muerte en Venecia de 1912 y La montaña mágica de 1924. No es exageración, pero todo lector que se respete como tal, tiene que haber pasado alguna vez en la vida por las páginas de estas novelas.
Un dato que siempre me ha llamado la atención de Mann, es que su monumental novela familiar Los Buddenbrook, fue publicada cuando nuestro escritor tenía 25 años, proeza casi imposible a la fecha y que nos habla de algo muy concreto: desde sus inicios, Mann estaba destinado uno de los mayores autores de su tiempo. El ánimo reflexivo –el pensamiento filosófico era parte de su poética- es una de las columnas de su narración. Mann desgrana a la homónima familia a lo largo de tres generaciones y, si no fuera por los datos biográficos, cualquiera creería que estamos leyendo a un autor experimentado con mucha vida recorrida. Pero esta novela no nació de la noche a la mañana. Para ser tal, tuvo que pasar mucho tiempo en el que Mann publicó relatos y narraciones cortas (12 en total), como el estupendo cuento “La voluntad de ser feliz” de 1896. Fue, hay que decirlo, una forma de ir puliendo la escritura y definiendo el mundo interior.
Para que tengamos una idea de la llegada de Los Buddenbrook, pensemos en el Premio Nobel de Literatura de 1929, que nos dice mucho de su trascendencia, porque pocas veces se ha visto que se otorgue un Nobel de Literatura por un libro cuando lo cierto es que la Academia Sueca premia a cuenta de una obra en conjunto. Los suecos fueron muy claros: se le dio el galardón por esa novela, en especial.
Mann fue un escritor e intelectual comprometido con su tiempo (y vaya qué tiempo: dos guerras mundiales en el escenario). Es, además, otra de las figuras influyentes en autores como Mario Vargas Llosa, quien llegó a declarar que uno de sus sueños era aprender alemán para leer a Thomas Mann.
No estamos ante un autor difícil, es complejo, sí, pero basta un pequeño esfuerzo del lector para ser parte del trance del pensamiento y de la sensibilidad de un hombre que, entre varios aspectos de la condición humana, tuvo un conflicto con su sexualidad, la cual se puso de manifiesto con la publicación póstuma de sus diarios en 1975 -20 años después de su muerte- que avalaron la impresión que dejó con La muerte en Venecia, una de las cumbres de la narrativa breve en la historia literaria y que podría servir como puerta de entrada a los lectores que aún no lo hayan leído. Un hombre mayor idealiza a un adolescente llamado Tadzio en medio de un contexto pautado por una peste, a grandes rasgos. Esa novela fue llevada al cine, y con arrollador éxito, por Luchino Visconti en 1971.
Volviendo a la revista Humboldt, sugiero la lectura de los siguientes artículos: “La madre brasileña de Thomas Mann” de Juliana Vaz, “Una travesura sobre el desarrollo personal” de Katarzyna Trzeciak, “Un partido de golf fallido (Thomas Mann y Franz Kafka)” de Grzegorz Jankowicz y “Thomas Mann. Burgués y artista” de Gina Arzdorf. Hay más textos en este especial de Humboldt (https://www.goethe.de/prj/hum/es/dos/man.html) y hemos consignado algunos para picar el diente. Mann es un gigante de la literatura.















