Una novela íntima: Vida animal de María José Caro
Nouvelle. Comentamos Vida animal, la nueva novela de la escritora peruana María José Caro. En 2017, Caro fue incluida en Bogotá39, que destaca a los jóvenes escritores más prometedores de América Latina.
Vida animal, de María José Caro, es una novela breve e íntima. Un grupo de amigas de épocas escolares se reúnen para la despedida de soltera de una del grupo. En vez de una fiesta escandalosa deciden ir a la vieja casa de campo de la familia de una de ellas. Los eventos que suceden ahí las llevan a conversar, recordar y descubrir ciertas características de sus personalidades, historias y vínculos. La nostalgia, el tiempo y las distancias son motivos que impulsan estas miradas hacia atrás, que permiten revelar una serie de hechos que hacen que todas entiendan sus vidas de manera distinta.
El libro se lee con mucha fluidez. La prosa de Caro es sencilla, pero muy bien trabajada. Mezcla las descripciones con las reflexiones y es capaz de ambientar muy bien cierta época. Quizás este sea el mayor logro del libro. María José Caro retrata con gran precisión el espíritu de una generación que creció en los 90. Pero no de manera general, sino que se centra en una clase limeña media alta, que desarrolló su juventud en distritos como Surco o La Molina. Quien escribe se siente cerca, pues muchos de los escenarios le son comunes, a pesar de la diferencia de edad. El Centro Comercial Caminos del Inca y sus alrededores son tal vez el espacio más elaborado y frecuente en la novela.
Funciona muy bien si entendemos que esas calles llenas de tiendas verdaderamente poseen una condición fantasmagórica. Todo es aleatorio, como le describe Caro cuando habla de bares/cevicherías al frente del centro comercial en donde menores de edad van a emborracharse o cuando destaca que el sitio solo ‘vive’ en el lado que da a la calle. Hasta hoy y desde que tengo memoria, en efecto, las tiendas que se ubican dentro del edificio son muy extrañas. Cierran temprano y rara vez tienen clientes. Definitivamente, se trata de un espacio muy peculiar e interesante.
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Además, recrea las peleas típicas de los adolescentes limeños clasemedieros que caminan y actúan con la prepotencia de quien cree que lo merece todo. Caro lo muestra a través de los empleados de un desaparecido McDonald’s: “En el turno de noche, se tenía que lidiar con adolescentes ebrios que se creían dueños de la ciudad”. La tienda de alfombras, el Blockbuster, la barra, el supermercado y esos corredores desérticos ambientan perfectamente el espacio. Todo esto se ve alimentado por la aparición de productos como aquellas estrellas plásticas y fosforescentes para los techos infantiles.
Los videojuegos como Tony Hawk y Winning Eleven, o esas pelotas baratas con olor a fruta. Sin duda, quien conoce este mundo vuelve a él cuando lee Vida animal.
Caro demuestra ser una gran observadora y una escritora capaz de crear frases inteligentes, como cuando señala que “en el colegio, la mayor parte del tiempo, los niños de promociones menores son simple utilería ante los ojos de los mayores” o cuando uno de sus personajes reflexiona que “poco importaba, a los quince y a los treinta y tres la verdad es la que uno elige creer. En mi caso, el instintito de autopreservación iba por delante”. O cuando trata los conflictos morales dentro del matrimonio: “No había culpa en la voz de su marido, solamente un miedo profundo a ser descubierto, que luego la invade a ella también y se convierte en el motivo para quedarse callada”.
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La novela está llena de ese tipo de agudez reflexiva. Está claro que es una obra que busca transmitir lo que significa crecer, empezar a alejarse de la juventud, notar el paso del tiempo y percibir todos los cambios que esto supone. La autora logra hacerlo con total naturalidad. Solo cuestionaría que, al final, cuando el libro acaba con el regreso de todas a sus vidas después del fin de semana en el campo, la narradora reflexiona: “Aunque tenemos menos equipaje, la carga se siente pesada”. La imagen es evidente y engloba el mensaje de todo el libro. Sin embargo, considero que el lector ya podía percibir todo ello al leer la novela. Hubiese podido evitarse esa oración, que creo que hace evidente lo que toda la novela muestra con gran detenimiento. De todas formas, se trata de una buena nouvelle que el lector gozará de inicio a fin.