Orhan Pamuk, en su nueva novela, trata una peste
Libro. El nobel turco venía escribiendo desde hace 5 años Las noches de la peste, una historia sobre una pandemia de 1901, cuando, por coincidencia, el 2020, apareció el coronavirus.
El escritor turco y Premio Nobel de Literatura Orhan Pamuk, que acaba de publicar su novela Las noches de la peste, que comenzó a escribir hace cinco años, confesó que con la llegada del coronavirus en el 2020 se sintió “celoso de la realidad”.
Sorprendido por atender a cincuenta periodistas de España y Latinoamérica a la vez a través de Zoom, “una de las ventajas que ha dejado esta pandemia”, dijo, Pamuk sintió una sensación similar a la que experimentó cuando estaba finalizando Nieve, en la que mencionaba a Bin Laden dos o tres veces, y de repente sucedieron en el 2001 los atentados del 11-S.
“Al final borré lo de Bin Laden, pero de la novela actual apenas modifiqué nada y solo reduje las páginas que describían la cuarentena, porque ahora todo el mundo ya sabe cómo funciona, pero la pandemia hizo que me sintiera celoso de la realidad” y el dilema era “escribir sobre la pandemia o renunciar a ello”.
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Para afrontar con perspectiva histórica la novela pensó en el Daniel Defoe de Diario del año de la peste, que habla de la pandemia en Londres en 1715, que el autor escribió en 1722 y al parecer se basó en las notas que tomó su tío durante la epidemia, pero también fueron inspiradoras Los novios, de Alessandro Manzoni, o La peste, de Albert Camus, todas de escritores que no habían vivido la experiencia de la peste.
“Yo comencé igual, pero de repente todo cambió, y eso me permitió escribir en situación de vivencia real”, afirmó.
Las noches de la peste (Literatura Random House/Més Llibres) se sitúa en 1901 en un barco que se dirige hacia la isla de Minguer, con la princesa Pakize Sultan, sobrina del sultán Abdülhamit II, y su reciente esposo, el doctor Nuri, pero también un pasajero de incógnito: el inspector jefe de sanidad del Imperio Otomano, encargado de confirmar los rumores de peste que llegaron hasta el continente.
Pamuk se sirve de una historiadora actual para evocar aquella amenaza epidémica, la revolución que está a punto de fraguarse o el frágil equilibrio entre cristianos y musulmanes.
El autor turco rechaza las acusaciones de la Fiscalía de su país de supuestamente insultar al fundador de la república, Mustafa Kemal Atatürk, y a la bandera turca.
“Ni es cierto ni lo he pretendido”, aseguró antes de explicar que su novela es “una alegoría en cierto modo del crecimiento de las naciones después de la desintegración del Imperio Otomano, que dio como resultado países como Bulgaria, Serbia o Turquía, pero no hay una alusión directa a Atatürk. Mi experiencia me dice que todo se desvanecerá en los laberintos de la burocracia de Ankara”.
El escritor se muestra optimista sobre la evolución del COVID-19: “Al final todas las pandemias han desaparecido y la humanidad siempre sobrevive y se inventa para ella misma nuevos problemas, pero esa supervivencia está en nuestra sangre, en nuestros genes”.
No quiso escribir sobre una isla concreta para que los lectores pusieran en cuestión los hechos porque quería hablar de cosas generales, y por esa razón se inventó “una isla como de cuento de hadas, con mucha imaginación y al mismo tiempo en cuarentena”.