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Cultural

Walt Wizard: “En este presente estoy rememorando el nombre de mis antepasados”

El peruano expresa por medio de la escultura hiperrealista un reconocimiento a todos los que gestaron la lucha por un país soberano. Miguel Grau, Francisco Bolognesi y Alfonso Ugarte son algunos de ellos.

Walt Wizard busca reunir arte e historia a través de sus esculturas. Foto: composición LR / Jazmin Ceras
Walt Wizard busca reunir arte e historia a través de sus esculturas. Foto: composición LR / Jazmin Ceras

Realismo exacerbado o sumamente minucioso. El significado de la corriente que caracteriza el arte de Walter Huamán Horna es también su propia doctrina: siempre metódico, siempre disciplinado. Este ingeniero industrial tiene 44 años; 15 de ellos los ha dedicado a “mezclar la cultura con entretenimiento”, como afirma, a través de la exhibición de estatuas de tamaño original. Bautizado por sus amigos extranjeros como Walt Wizard, el limeño ha conquistado el asombro del público y ha explorado una faceta como indagador porque, frente al reto de recrear a un personaje, existe un paso crucial: una investigación responsable.

Él narra que su intervención en el mundo artístico comenzó luego de conocer a Sylvester Stallone, el intérprete de Rocky y la primera personalidad que Walter reprodujo con la silicona de grado médico. “Fue un antes y un después”, confiesa. Se trataba no solo del sueño de un fanático, sino de la evidencia de que, con una buena dosis de logística y otra de empeño, ninguna expectativa resulta lejana. Sucedió en el 2006 y, desde entonces, el artista con alma de ingeniero —o al revés— camina junto con una visión innovadora para alimentar el patriotismo.

Wizard es el término inglés para denominar a un mago. Wizard es, además, parte de su apelativo y de su sello personal. “Tú haces magia con tus manos”, le decían a Walter sus amigos. Pronto, esa magia se desataría en la construcción de personajes de Hollywood para luego saltar a la de figuras heroicas.

- ¿Cómo empezó su participación en el rubro artístico?

Cada persona tiene un poco de artista, pero eso lo vamos perdiendo con el tiempo. Lamentablemente, nos comienzan a ubicar en diversas cosas. Yo en la secundaria hacía un trabajo artístico; para los juegos florales siempre participaba y salía bien reconocido. Para el fin de la promoción diseñé la casaca e hice también el dibujo del polo. Hubo un concurso que consistía en crear el sticker de la promoción, mi dibujo salió ganador.

- Pero decidió ser ingeniero...

En los test vocacionales no decía cuál era realmente mi pasión porque estaba influenciado por la familia: teníamos un negocio de tema comercial y yo había asumido que era parte de mi destino ser ingeniero industrial, así que toda la parte artística la oculté, pero ahora me doy cuenta de que puedo convivir con ambas cosas.

Walter visitó el Museo Madame Tussauds, famoso por albergar la colección más grande de figuras de celebridades, y se dio cuenta de que debía emplear un material que impacte: la silicona empleada en las prótesis médicas. “Me parece increíble que después de 250 años sigamos con la cera. Hay gente que ve mi trabajo y dice ‘¡Ah! Es una estatua de cera’, pero no, yo intento ir a contracorriente”, asegura.

El ideal de marchar a ritmo distinto posee una justificación de peso: “Mi gran sueño es tener un museo de sitio y hacer la primera franquicia aquí en Perú. Por lo pronto uso recursos propios, pero quisiera que se unan más inversionistas privados”, detalla. Sus estatuas ya han sido protagonistas de eventos culturales como el inaugurado en la Casa de la Respuesta, un espacio situado en El parque de la amistad (Surco) y destinado para presentar a los personajes que juraron luchar hasta quemar el último cartucho en la batalla del 7 de junio de 1880.

- ¿Es una propuesta artística con tinte educativo?

Yo le tomo mucho interés a las obras que realizo. Quiero que sean una fuente educativa para el país. Esta propuesta pasó de ser estatuas hiperrealistas a ser una experiencia envolvente e interactiva en la que deseo aplicar tecnología de punta, como pantallas táctiles o videos en 3D. De tal manera que todos se asombren cuando vayan y que salgan hinchados de orgullo por ser peruanos.

- Entonces, ¿el arte que exhibe es también un puente entre el pasado y el presente, sobre todo en el contexto del bicentenario?

Yo he tratado de contribuir con mi arte. He estado investigando qué se hizo en el bicentenario por la independencia del Perú, pero nosotros somos más que la música y la comida. (...) Quiero poner el arte al servicio de la cultura y de la educación. Quiero contribuir con realzar la imagen de nuestros héroes.

Yo soy descendiente del coronel Ignacio Ramírez, que luchó en la guerra de independencia, y ahora soy custodio del sable con el que batalló; eso ha pasado de generación en generación. Es como poner ingredientes encima de alguien.

- ¿Las esculturas son una vía para alimentar el ánimo patriótico?

Lo que yo he sentido ahora que he estado yendo a las instituciones —el Ejército, La Marina y la Fuerza Aérea— es que a veces nosotros nos ponemos una barrera natural. Ahí, lejos, están los soldados y aquí nosotros somos la población civil. Pero eso no ha sido así siempre. En la Guerra del Pacífico hemos sido un solo Perú, hasta los niños de los colegios salían, las rabonas salían... Es justo, entonces, que las personas reconozcamos nuestro pasado, que conozcamos al Perú para poder quererlo.

Lo que yo busco es reformular un patriotismo desde la representación de personajes que sirvan de ejemplo, no solo de aquellos que lucharon por la patria. Santa Rosa de Lima y César Vallejo son también ejemplos para los peruanos.

“Soy un poco soñador”, explica. Esa cualidad lo ha llevado a buscar primero un aval internacional para luego regresar al país y tener la certeza de que puede ofrecer un trabajo de calidad al público. Él recuerda que los Thundercats, He-Man y RoboCop fueron los primeros en ocupar sus hojas en blanco y su ánimo artístico. Ahora su reto está enfocado en la historia nacional.

¿Cuál es su propia definición de arte después de este proceso?

El arte es lo que te hace feliz. Si haces una creación, transmites tu estado anímico.

- ¿Hay alguna obra que posea un significado mucho más emocional para usted?

La rabona. Vi una escena muy triste: un niño llorando y la mujer suplicando porque iban a aniquilar a su esposo, un combatiente. Yo quería darle otro punto de vista: un niño jugando con la trenza de su madre y la madre con una mirada directa, sin miedo, con coraje y agarrando el arma. La figura femenina no solo cocinaba en esa época, estaba en la parte activa. También es un homenaje para la mujer peruana.

- Cada persona, según sea a lo que se dedica, adopta una filosofía de vida. ¿Cuál es la suya?

Trato de pensar siempre en lo que puedo hacer para los demás. Una vida positiva, ligada a Dios, a las enseñanzas, al amor a la patria y a los seres queridos. Nosotros somos como maestros en la vida porque los hijos están siempre observando. Me pregunto si he hecho suficiente por mi patria, si puedo hacer un poquito más. En este presente estoy rememorando el nombre de mis antepasados.