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Murió Juan Romero, el último español del campo de Mauthausen

Historia. Tenía 101 años. Luchó en la Guerra Civil Española y se enroló en la Legión Extranjera contra los nazis. Fue preso en el campo de concentración en 1939.

París. EFE

El último superviviente español del campo de concentración nazi de Mauthausen, Juan Romero Romero, falleció la pasada noche en la localidad francesa de Aÿ-Champagne a los 101 años, según pudo saber EFE este domingo.

Romero, nacido en Torrecampo (Córdoba) en 1919, fue testigo y víctima de una de las mayores barbaries de la Historia, lo que marcaría su vida para siempre.

“No se puede olvidar todo aquello”, contaba a finales de agosto en una entrevista a EFE desde su casa, donde presumía de un estado de salud considerable para su edad.

Según pudo saber EFE, un amigo cercano de Romero notificó su muerte a la Embajada de España en París y a miembros del Gobierno español, cuya vicepresidenta, Carmen Calvo, le rindió a finales de agosto un homenaje en la localidad francesa en la que rehizo su vida tras salir del campo de concentración.

Tras alistarse en las filas republicanas (tenía 17 años y perteneció a la 33 Brigada del V Cuerpo Ejército) y perder la guerra, cruzó la frontera con Francia donde se alistó al poco tiempo en la Legión Extranjera y se trasladó a Argelia.

Fue hecho prisionero por los nazis y salvó la vida porque un soldado alsaciano convenció a sus captores de que no había sido él quien había dibujado una hoz y un martillo en los baños de la prisión, siendo Romero el principal sospechoso.

Pero no se libró del campo de Mauthausen, donde fue destinado al servicio de acogida de los nuevos arrestados. “Yo veía a toda la gente que entraba en las cámaras de gas. Algunos pasaban primero por el campo de concentración, pero otros les llevaban a las duchas directamente desde el tren”, recordaba Romero a EFE.

Con los ojos vidriosos, rememoraba uno de los momentos que se le quedó clavado de su paso por Mauthausen: una niña cuya mirada inocente llevó consigo hasta su muerte este sábado.

“Me sonrió, la pobre, no sabía dónde iba. Yo tenía ganas de abrazarla, de besarla, pero sabía que si lo hacía, yo iba con ella a la cámara de gas. Eran criminales. Ese recuerdo me ha perseguido toda la vida”, contaba Romero.

Recordaba también con total claridad las numerosas penurias que había pasado en su juventud, tras luchar en los frentes de Guadarrama, Guadalajara y Teruel. “Teruel fue lo más terrible”, decía.

Tras la liberación del campo se instaló en Francia y encontró una vida en la Champaña donde conoció a su esposa y trabajó para una de las grandes casas de este conocido espumoso.

Aunque decía sentirse tan francés como español, reconocía que había perdido muchos de sus vínculos con su país de origen, sus amigos, y hablaba francés con mayor fluidez que el castellano.

Su salud, a los 101 años, era relativamente buena. Le fallaba el oído y recibía a diario su tratamiento contra la diabetes, pero pedaleaba a diario en una bicicleta estática situada en el pasillo de su casa.

“Me mantiene en forma”, comentaba.

Estos últimos años pudo recibir en persona los honores y reconocimientos que como víctima del franquismo y el nazismo tardaron en llegar.

En junio, la embajada le dedicó un homenaje en París junto a los familiares del también recientemente fallecido Rafael Gómez Nieto, integrante de La Nueve. Romero no pudo asistir por no poner en riesgo su salud a su elevada edad, en plena pandemia por el coronavirus.

En el reciente homenaje de agosto, Calvo le dijo: “Tu vida es de las pocas que tienen pleno sentido. Has tenido el valor de saber cuál era tu lugar en el mundo y con eso nos has ofrecido a los demás un reguero de horizonte y de orientación importantísimo. Eres un ejemplo admirable para muchos españoles que hoy nos miramos en ti”.

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