José Güich Rodríguez: “En un país de todas las sangres, nos falta todavía priorizar la igualdad”
Entrevista. El autor de las aventuras del periodista Pablo Teruel lanza la tercera entrega de la saga: El misterio de las piedras secuestradas, novela ambientada en parajes cusqueños y estilizada con personajes históricos del Perú.
FIL 2020. Han pasado siete largos años —del 2013 al 2020— desde las últimas noticias del cronista Pablo Teruel en el libro El misterio del Barrio Chino, segunda parte de la saga de ficción del docente universitario y escritor peruano José Güich Rodríguez.
Sin embargo, con el respaldo de la Editorial Altazor, el joven personaje del siglo XX vuelve, en una tercera historia, con un conflicto igual de impactante que los publicados en las anteriores entregas literarias.
Güich Rodríguez, una vez más, reafirma su prosa como una de las más ilustrativas y consistentes —cargada de verosimilitud— dentro del panorama de la literatura nacional contemporánea. Ratifica, asimismo, su virtuosismo en ánimos de imaginar e inmortalizar sus universos creativos de ciencia ficción y misterio, no exentos de filosos dardos de crítica al statu quo y demás consensos humanos.
A continuación, los invitamos a leer la entrevista completa acerca de su novela El misterio de las piedras secuestradas:
¿Por qué tuvimos que esperar más de siete años para leer El misterio de las piedras secuestradas, tercer libro de la saga?
Esencialmente porque tenía otros proyectos en curso, tanto narrativos como académicos. Hice una maestría en escritura creativa en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Me gradué el año pasado, preparé la tesis en el 2018 y, de inmediato, trabajé la sustentación.
También me mantuvo ocupado otra novela que nada tiene que ver con Teruel. Será la continuación de Los caprichos de la razón (2015). Ya está casi lista, no obstante, no hay fecha de publicación aún. Trata sobre un libertador ficticio que llega al Perú luego de Don José de San Martín y Simón Bolívar. Es una ucronía con toques de distopía; de igual manera, encontrarán celebraciones carnavalescas y un registro satírico, erotismo, las ficciones del cuerpo. Está casi lista esa novela. Hay que darle, quizás, algún ajuste final. Estoy satisfecho con el resultado.
Pablo Teruel había quedado en suspenso, con la incertidumbre de ’volverá o no volverá‘. Los lectores me han premiado, me había hecho un espacio en los colegios. Quienes leyeron Los misterios del Barrio Chino (2013) se acercaban a mí con un ejemplar y lo firmaba con mucho gusto.
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¿El protagonista Pablo Teruel siempre ha contado con ese ímpetu justiciero desde los primeros libros o hubo una suerte de evolución?
Sí, siempre poseyó ese ímpetu por buscar la verdad. Lo curioso es que para involucrado en casos de forma accidental. Tiene ética, aunque sea un joven de filiación anarquista influido por las ideas de Manuel Gonzáles Prada y José Carlos Mariategui; es miembro de una generación universitaria brillante. Es amigo, en la ficción, de Luis Alberto Sánchez, Raúl Porras Barrenechea, entre otros.
Teruel es lector, no creo que intelectual. Un hombre culto, ilustrado, intrépido. Le apasiona todo lo humano. Se ha caracterizado por ser profundamente democrático. No hace distinciones entre las clases sociales, esas jerarquías son solo construcciones para él. Valora a las personas por su corazón, su alma.
José Güich presentando su libro en la FIL 2020. | Fotocaptura: Facebook.
Si te pudieses comparar a tu personaje, ¿qué características compartirías con él?
Comparto varias. Para empezar, estudié también Derecho y pensé que iba a ser abogado. Lo saben pocas personas. Estudié entre 1981 y 1984 en la Universidad de Lima. Yo dejé la carrera a la mitad; en cambio, Pablo Teruel no completó un curso para no graduarse (risas).
Cuando el ’demonio’ de la literatura me tentó, allí pasé a estudiar a la Universidad Católica y en paralelo quería ser periodista. Me arriesgué... por la desconfianza familiar acerca de mi estado mental (risas), sumado a mis ideas progresistas o como las llamen. Seguí ese camino. Agradezco a mis padres el haber entendido al retoño díscolo. Iba a matricularme en San Marcos, pero eran los años 80. Me resultó complicado, complicadísimo, debido el contexto político.
La novela, como ya lo has adelantado, está ambientada en la primera mitad del siglo XX. ¿Por qué te llamó la atención escribir sobre esa etapa antigua? ¿Teruel no funcionaría en el mundo actual?
Sí podría funcionar el universo de Teruel, pero con las claves de hoy, con los códigos de este momento tecnológico y globalizado. Además, podríamos decir muchas cosas de un detective-periodista del presente a partir de uno en el pasado.
Tuve la oportunidad de instalar a Pablo Teruel en medio de una tiranía, una dictadura del periodo de Augusto B. Leguía, una especie de lobo disfrazado de oveja. Yo no estoy de acuerdo cuando hablan bien de él. Pablo, el personaje principal de El Misterio de las piedras secuestradas, trabaja en el único diario que le da ’la contra’ al gobierno. El centinela (nombre del periódico en la ficción) se mantiene firme.
Bueno, por otro lado, yo no llegué tan lejos como Teruel en investigar casos extraños. Lo más insólito que llegué a cubrir, cuando trabajaba en una revista local, fue una nota de la Momia Juanita (carcajadas).
¿Cómo le diste voz a tus personajes históricos? Martín Chambi aparece en diversos capítulos y no se pierde la verosimilitud.
Ese fue un descubrimiento paulatino. Cuando empecé a escribir El misterio de la loma amarilla (2009), allá por el 2008, se me ocurrió la idea. En ese instante pensé en la aparición de Luis Alberto Sánchez y Raúl Porras Barrenechea. Eso le da más peso, más contexto histórico.
Lo primero que hice fue leer acerca de ellos y ver, más o menos, qué personalidad mostraban de jóvenes. Parecían hermanados los dos. Porras era el menos ordenado, esto lo digo con respeto. Quería presentarlos como lo que somos todos: ¡humanos! Hay una escena donde Porras busca en la biblioteca de la casona un libro para Teruel. De la nada, se escuchan estrépitos. Se la caían cosas a Raúl, todo un caos, pero lo sugerí con cariño.
Martín Chambi, fotógrafo puneño que sigue cautivando a las generaciones. | Foto: Difusión.
En los primeros capítulos expones el abuso contra la mujer y los pobres mediante el personaje de Nava, hijo de hacendados cuzqueños. Incluso hay relaciones de corrupción. ¿Se ha acentuado esa situación a como era antes?
Es una de las escenas de los problemas en los que Teruel se suele meter. Esa conducta estaba normalizada, nadie interviene. Esa normalización, lamentablemente, sigue, pero ha cambiado de expresión. El discurso continúa siendo lesivo contra la actividad humana, que nos rebaja a una condición inferior. En un país de todas las sangres, nos falta todavía priorizar la igualdad.
Por ese motivo, Teruel ve diferente al Cusco, como el resultado de una violencia secular.
Marcelino, un criado de la familia Delgado en la novela, es un simbolismo de las costumbres. ¿Los peruanos serán capaces de entender la cultura de las otras regiones?
Más que la peripecia de Teruel, el gran conflicto es contra una realidad que él encuentra injusta, desigual, le incomoda que haya gente para servirlo (Marcelino). Le incomoda, pues no está inmerso en esos códigos y le resulta repudiable.
No sé si llegaré a ver a un Perú distinto, pero me considero un romántico, idealista. A pesar de la terrible jerarquización de la sociedad para considerar al prójimo, Teruel aprende en esos días desplazándose por el Cusco.
¿Vas a trabajar una cuarta parte de esta saga? Sería interesante leer a un Pablo Teruel en la Amazonía.
De hecho debe seguir viajando por el Perú o quizás regrese a Lima. Hay cosas que detesta Teruel de Lima y se deslizan en la novela. Cusco es una iniciación para él, la aventura lo renueva. Aunque, del mismo modo, es un choque brutal contra la realidad. Y es bueno que sea así. Le permitirá crecer como personaje. Su carácter le hará colisionar una y otra vez con la crudeza de un Perú que parece haber cambiado.
De vez en cuando tomo apuntes para un cuarto caso. A ver si en el futuro pueden amalgamarse y servir como impulso para un nuevo libro. Me fascina que viaje por el Perú y se inmiscuya en asuntos que no le conciernen.
La dedicatoria de El misterio de las piedras secuestradas va para Miguel Gutiérrez y Oswaldo Reynoso. ¿Cuán importantes son para ti?
Inevitablemente, todos los escritores de mi generación en adelante tienen deudas enormes (por el legado de los citados). A ellos los respeto y me honraron con su amistad. Sin embargo, mi familia también ha tenido su lugar. He hecho dedicatorias a mi esposa, mis tías, mis hermanos, pero también he aprovechado en rendir tributo a las personas que ya no están.
A José B. Adolph le dediqué un cuento. Le debo un libro entero a ’Pepe’ Adolph, quien es una gran influencia. En el caso de Oswaldo, recuerdo el último día que lo vi. Le di un gran abrazo. Era un hombre extraordinario, generoso. Y de Miguel Gutiérrez, ¿qué puedo decir? Fue un caballero, le agradezco su interés por mi trabajo, y eso que era distinto al que él practicaba.
Espero que lean mi libro El misterio de las piedras secuestradas desde donde quieran que estén.