Felipe Restrepo: “Me gusta contar los mundos a través de historias privadas”
El cronista colombiano es un invitado de la Feria Internacional del Libro de Lima. El editor de Gatopardo recuerda a Gabo, habla de la crónica, medios digitales y el oficio de periodista.
La pandemia no nos ha dado otra alternativa que conversar desde lejos. Dialogamos con Felipe Restrepo Pombo a través de una plataforma digital. Entre sus créditos, además de sus publicaciones, el cronista colombiano trabajó con Gabriel García Márquez y recientemente ocupó el cargo de editor jefe de la revista Gatopardo. El periodista es un invitado de la Feria Internacional del Libro de Lima.
Felipe Restrepo recuerda que se hizo al mar de las letras con las novelas de Agatha Christie, cuando aún era un niño. Las encontró en la biblioteca de su abuelo. “Tenía 12 años. Me leí la colección completa. Nunca he regresado a ellas, pero tengo un recuerdo muy cariñoso de esas lecturas”, cuenta.
El azar milagroso, es decir, los méritos de una beca lo llevaron a trabajar a Cambio, revista de Gabo. Allí, con la guía del mago de Aracataca, descubrió que las palabras alumbran.
“Gabo viajaba mucho -narra-, pero cuando estaba, compartía con los jóvenes periodistas, con todos. Recuerdo que trasmitía ese amor y respeto por el oficio que actualmente se ha perdido tanto. Siempre guardo esa imagen del maestro” .
A propósito, ¿cuál sería la mejor lección que le ha dado García Márquez?
La responsabilidad con el lenguaje. Cada palabra que se utiliza, cada diálogo, cada cosa que se pone en la nota periodística, por más corta y sencilla que sea, debe escribirse con mucha justificación. Quienes hacemos periodismo, debemos ser consciente de la responsabilidad, del rigor de usar las palabras.
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Cuando se hace literatura, el periodismo se filtra al discurso de ficción, pero cuando se hace periodismo, ¿se corre peligro de que se filtre la ficción a lo periodístico?
Entre el periodismo y literatura, hay un intercambio de ida y vuelta. Yo siempre he visto a la literatura y al periodismos como dos oficios con sus reglas, con sus maneras muy diferentes de trabajar, pero que al final están hermanados. Y más que verlos en cursos paralelos, me interesa que sean más bien perpendiculares. Pero tienes razón, a veces el uso de las herramientas literarias en el periodismo puede ser complejo, difícil, pero la solución de ese problema es saber que, en periodismo, uno está hablando de hechos reales.
Y mejor si lo hacemos con la alianza de la literatura.
Por supuesto, pero si utiliza elementos literarios para describir, para crean un ambiente, para pensar una situación, para dibujar una escena, no se debe perder de vista que uno está hablando de la realidad, que la base de todo son los hechos y la información. Tanto en el periodismo narrativo como el periodismo literario, claro que están presentes las herramientas literarias, pero al servicio de la información.
El peso específico es la realidad.
En periodismo no se trata de inventar, de imaginar. Eso es algo que cuido mucho como editor. Por ejemplo, que no prevalezca la “belleza” del texto sobre lo periodístico, que haya un balance. En el periodismo literario no se trata de escribir yo “pensé”, yo “sentí”, yo “vi”, sino cómo miro yo y cómo traduzco esa mirada en mi texto.
El cronista que “imagina” mucho, pierde...
En periodismo no debe existir la imaginación en el sentido de invención. Es decir, puede ser un texto imaginativo en cómo está construido, en los recursos que usa, pero no puede inventar algo que no se haya visto. Para mí, el hecho, la realidad, es el elemento central del ejercicio del periodismo narrativo. Por supuesto que hay subjetividad, pero unido a la honestidad.
El asombro de la crónica
¿Qué ha hecho que la crónica florezca en nuestra región, es más, que resurja últimamente, como ha ocurrido, con revistas como Etiqueta Negra, Gatopardo, Malpensante, entre otras?
Creo que esta es una región en donde el periodismos narrativo siempre se ha dado. Se dio en el descubrimento y la conquista. Los cronistas narraban un mundo nuevo. Yo creo que ese asombro de encontrarse con un mundo nuevo es el germen de la literatura latinoamericana. Siempre ha habido buenos cronistas en el siglo XIX, a principio del siglo XX. Para no ir muy lejos, los autores del boom se formaron en la crónica y en el periodismo. Y sí, hace más de veinte años, se crearon las revista que citas y la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (Fundación Gabo). Creo que es en esta región donde se hace uno de los mejores periodismo narrativo en el mundo. También está el periodismo literario de los norteamericanos. Todo eso ha hecho que la crónica en Latinoamérca sea interesante.
En crónica siempre se ha hecho libros sobre perfiles, ¿cree que falta una crónica de temas, como la corrupción, la violencia, el feminicidio?
Yo creo que sí han sido tratados esos temas. Creo que hay grandes cronistas que han hablado de ello, por ejemplo, Juan Villoro ha tratado la violencia y la corrupción en México. Alberto Salcedo Ramos, también ha hablado sobre las heridas de la violencia y que estas no cicatrizan en Colombia. Yo creo que hay un gran número de crónicas e historias. Claro, se ha hecho a través de personajes, es decir, desde las historias privadas. Siempre me gustado esa idea de contar las sociedades, de contar los mundos a través de historias particulares y privadas.
¿Existe alguna regla para elegir quién merece un perfil?
No hay ninguna regla. Desde mi experiencia, me gusta elegir personajes de los que tengo muchas preguntas y a pesar de que haya leído muchos sobre ellos, todavía me quedan cosas para contestar.
¿Un perfil se arma con respuestas?
Lo que pretendo hacer en un perfil no es responder esas preguntas, sino insinuar o sugerir cosas, mirar u observar y tratar de entender. No me gusta limitarme a pretender respuestas definitivas sobre nadie, al contrario, muchas veces lo que pasa después de hacer un perfil, me quedan más preguntas. En todo caso, lo que hace que yo elija un personaje para un perfil es la curiosidad.
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¿La redes sociales, lo digital, amenazan el buen periodismo?
No creo que lo digital implique un mal periodismo, para nada. Lo que yo digo es que la velocidad que implica las redes sociales es nociva para el periodismo, más si hablamos de crónicas, que se da tiempo, que observa, que busca conocer, que no se queda en la superficie, sino pretende de alguna manera ir a la profundidad, a entender no, a informar. Pero de nuevo, no perdiendo el foco de lo que estamos hablando de la actualidad, de las cosas que pasan, pero con una mirada que sea original.
¿Y lo nocivo de la redes?
Lo que me parece nocivo en las redes para el periodismo es la lucha por los clicks, las audiencias, los seguidores, por los likes, por toda esa dictadura que nos afectado a todos tanto. No diría que lo digital es nocivo, al contrario, lo que debe hacer un buen narrador es manejar todas las plataformas para nutrir sus historias. Lo que hay que seguir manteniendo es el periodismo serio, el periodismo que narra, el periodismo que pone en escena, que demuestra, el periodismo que no juzga. Hacer ese periodismo sin que importe la plataforma.
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“Es un error terrible creer que el periodismo no necesita de editores”
Ha dicho algo grave, ¿la imagen del editor se ha perdido y ya no acompaña al reportero?
Absolutamente. Si miras en los grandes medios han empezado a prescindir de la figura del editor, creyendo que el editor es alguien que en realidad no hace mucho, que cambia apenas detalles, un titular, pone una coma, quita una palabra; no, justamente el editor es el que tiene el mundo en su cabeza y puede ayudar a un reportero joven en sus historias y cómo hacer un mejor periodismo. Es la persona más experimentada que conoce el arte del periodismo, sabe la importancia de decir algo de una manera u otra. Es quien potencia la voz de sus reporteros. Es un error terrible creer que el periodismo no necesita de editores. Son la seriedad, el rigor, el cuidado que exije ese trabajo.
Están ausentes sobre todo en las redacciones web...
Exacto. Por eso pasa lo que pasa y sale con la calidad que conocemos.