Chachi Sanseviero, la recordada librera paraguaya que falleció el miércoles pasado, le ofreció a Lima, con su difunto esposo Eduardo, una librería y un espacio de encuentros y tertulias. Así lo recuerdan el poeta Marco Martos y el escritor Alonso Cueto.“Conocí a Chachi Sanseviero -dice Marco Martos- en su librería El Virrey cuando quedaba en la calle Dasso de San Isidro, junto con Eduardo Saseviero, quien era un apasionado del ajedrez. Era la segunda vez en Lima que veía a personas que en el trabajo de leer libros, privilegiaban la relación personal con el cliente. El otro caso, como es conocido por muchos, era Juan Mejía Baca, en la calle Huérfanos, del Centro de Lima. Chachi era amable, buena como el pan, pero al mismo tiempo severa, polemista, implacable en el terreno político, en el que no hacía concesiones. Adversaria personal de todo lo que significase corrupción, denostaba con vigor a todos los que fuesen sospechosos de ella. Pero sobre todo era librera, capaz de asesorar al más existente potencial comprador, sin prisas, con amabilidad, con conocimiento, con profunda amabilidad. Venida desde Paraguay y Uruguay, amaba y sufría el Perú como propia patria. Su memoria estará siempre viva en todos los que la conocimos”. Para Alonso Cueto, la figura de Chachi es inolvidable por sus tertulias y generosidad. “Una librería no es una tienda como cualquier otra. Es un lugar de reunión, un centro de esparcimiento, un espejo de nosotros mismos. Durante años El Virrey fue nuestro lugar. Lo fue gracias a Eduardo y Chachi, antes en Miguel Dasso y ahora en Bolognesi. La primera vez que vi a Eduardo yo tenía veintitantos años y llegué a El Virrey cargado de ejemplares de mi libro de cuentos La batalla del pasado. Eduardo no dudó en ponerlo en la librería y en pagarme un anticipo por los ejemplares que le dejaba. Habían hecho una librería con un tablero de ajedrez, con asientos, un lugar donde quedarse. Él y Chachi eran una unidad en su inteligencia, su generosidad, su sentido provocador. Desde la ausencia de Eduardo, ella siguió su ejemplo. Fuerte, directa, generosa y dulce, se había hecho una costumbre hablar de libros y gentes con ella. Aquí está su obra que es su librería y su vida. Aquí están su hijo Paco y sus nietos. Aquí estamos nosotros gracias a ellos”. ❧