En el mundo de los videojuegos, consolas como la PS5 y la Xbox Series X son dispositivos muy populares que permiten a los jugadores sumergirse en emocionantes mundos virtuales. Sin embargo, el consumo de energía es una preocupación creciente, especialmente en un contexto de mayor conciencia sobre la sostenibilidad y el impacto ambiental. En este artículo, analizaremos cuáles son las consolas de videojuegos que más luz consumen y cómo esto puede afectar tanto a los jugadores como al medio ambiente.
Entre las consolas de videojuegos disponibles en el mercado, destaca la Xbox Series X de Microsoft como una de las que más energía consume. Esta consola, lanzada en noviembre de 2020, ofrece una potencia impresionante con gráficos de alta calidad y tiempos de carga rápidos. Sin embargo, esta mejora en el rendimiento también conlleva un aumento en su consumo eléctrico.
La Xbox Series X está diseñada con una CPU AMD Zen 2 personalizada y una GPU RDNA 2 de 12 teraflops, lo que permite juegos con resolución 4K y tasas de fotogramas más altas para una experiencia visual inmersiva. Sin embargo, esta potencia adicional también se traduce en un consumo promedio de alrededor de 160-180 W mientras está en uso para jugar. En comparación, su predecesora, la Xbox One X, consume aproximadamente 120-150 W en situaciones similares. Esta diferencia es un indicativo de la mayor demanda eléctrica que la plataforma de 2020 necesita para ofrecer su rendimiento mejorado.
Si bien la Xbox Series X es una de las consolas que más consume energía, también es relevante mencionar que otras consolas de novena generación, como la PlayStation 5 de Sony, presentan un uso significativo durante el juego. Según indica el portal Clarín, la PS5 consume tanto como su competencia directa. Si bien no hay reportes que hayan verificado esto en tareas demandantes, sí sabemos que su antecesora, la PS4, consume alrededor de 150 W, tal como menciona el portal TPCDB, que recoge tal cifra del portal de PlayStation.
El alto consumo de estas consolas puede tener implicaciones tanto para los jugadores como para el medio ambiente. Por un lado, los gamers deben ser conscientes de cómo el uso prolongado de estas consolas puede contribuir a un mayor consumo de energía en el hogar, lo que a su vez afecta la factura de electricidad. Además, este aumento también podría resultar en una mayor generación de emisiones de carbono si la electricidad utilizada proviene principalmente de fuentes no renovables.
Es buena práctica apagar las consolas por completo cuando no las estemos utilizando y evitar dejarlas en modo de espera. Controlar el tiempo de juego y ajustar la configuración de brillo y resolución también puede ayudar a optimizar el consumo de energía durante las sesiones de juego, sin comprometer la experiencia.