A veces, en los caminos, cuando las fuerzas escasean, el andariego se nutre de la belleza del paisaje para continuar en la ruta. Y es que el deseo de llegar a esa montaña, a ese valle, a ese río que parece serpentear hasta el infinito, es más poderoso que el cansancio. Eso es lo que vivió nuestro colaborador Rolly Valdivia Chávez, en su aventura pedestre en Ayacucho y Apurímac. En esta galería, él nos muestra algunos de los paisajes y escenas que lo animaron a continuar, a no rendirse en el Qhapaq Ñan.