Perú cuenta con una infinidad de destinos turísticos que se pueden disfrutar en cualquier momento del año. Desde impresionantes paisajes naturales hasta construcciones históricas, estos lugares son ideales para los viajeros que disfrutan capturando recuerdos fotográficos. Entre ellos, hay un sitio en particular que se destaca por ser el escenario perfecto para fotos que terminan en redes sociales.
Este lugar tiene paredes antiguas de un distintivo tono rojo ocre. Aunque tal vez no hayas estado allí, es muy probable que lo hayas visto en publicaciones de amigos o conocidos en plataformas como Instagram, ya que es muy fácil lograr una imagen atractiva.
Este lugar es el Monasterio de Santa Catalina, ubicado en la ciudad de Arequipa. Fundado en 1540, es una impresionante edificación hecha de sillar, una roca volcánica porosa que le otorga un gran atractivo visual. Sus fachadas majestuosas y su cuidada decoración lo convierten en un sitio de gran valor estético.
El monasterio se encuentra en la avenida Santa Catalina 301, en Arequipa. Si partes desde la plaza de Armas, solo necesitas caminar unas 3 cuadras por la misma avenida, en dirección hacia la plaza San Francisco, para llegar a este destino.
El Monasterio de Santa Catalina no solo cuenta con paredes en tonos de rojo ocre, sino también con vibrantes colores azul y blanco. Su fundación data del siglo XVI, en plena época colonial, cuando el virrey Francisco de Toledo, atendiendo los deseos de la población, decidió crear un espacio donde las monjas pudieran vivir y desempeñar sus labores religiosas.
Sin imaginarlo, el virrey mandó construir lo que con el tiempo se convertiría en uno de los monasterios más emblemáticos de Perú. Esta monumental edificación abarca 20.000 metros cuadrados y alberga 22 áreas distintas, entre las que destacan el patio del Silencio, el claustro de los Naranjos y el claustro Mayor.
El Monasterio de Santa Catalina, ubicado en Arequipa, fue fundado en 1579 y se considera una de las joyas arquitectónicas más importantes de la época colonial en Perú. Su construcción fue impulsada por el virrey Francisco de Toledo, quien otorgó las licencias para que se levantara este convento de clausura, con el propósito de brindar un espacio para la vida religiosa de las monjas. Una de sus principales benefactoras fue María de Guzmán, una viuda rica que donó sus bienes para la creación del monasterio.
Este impresionante complejo ocupa más de 20.000 metros cuadrados y está compuesto por calles, patios y áreas que recrean la estructura de una pequeña ciudad. El monasterio fue construido con sillar, una piedra volcánica típica de Arequipa, lo que le otorga sus característicos colores blanco y rosado.
A lo largo de los siglos, el monasterio ha pasado por diversas ampliaciones y renovaciones, conservando su esencia original. Hoy en día, es uno de los destinos turísticos más visitados de la ciudad, y aún alberga a algunas monjas en clausura en una sección privada.
El monasterio se abrió al público en 1970, tras haber permanecido cerrado al exterior durante siglos. Los visitantes pueden explorar sus calles y claustros, entre los que destacan el Patio del Silencio y el Claustro de los Naranjos, así como disfrutar de la rica colección de arte religioso que se exhibe en su interior.