josé saramago. Ya está disponible Claraboya, obra del Nobel portugués que una editorial no quiso publicar por transgresora., Ana Mendoza, Madrid, EFE. En 1953, cuando José Saramago tenía 31 años “y todos los sueños a punto”, envió el manuscrito de Claraboya a una editorial, que no le respondió hasta 40 años más tarde. Ahora ve la luz esta novela que su autor se negó a publicar mientras él viviera y que es “la puerta de entrada” a su universo literario. Esta novela madura y emocionante, que hoy se pone a la venta en todos los países de habla hispana, publicada por Alfaguara, anuncia ya al gran escritor que con el paso de los años sería Saramago y refleja su capacidad para adentrarse en el alma de los personajes y captar sus sufrimientos, sueños, mezquindades y grandezas. “Es una novela transgresora”, aseguró ayer Pilar del Río, viuda y traductora de Saramago, al presentar en la Casa de América “el libro perdido y hallado en el tiempo”, como solían llamar en familia a esta obra que refleja con trazo firme las penurias que había, y la opresión que se respiraba, en la Lisboa de los años 50, en plena dictadura de Salazar. “Portugal era un país sombrío”. Como cuenta Del Río en el prólogo, Saramago se estaba afeitando un día de 1989, cuando lo llamaron por teléfono desde una editorial para decirle que “en una mudanza de las instalaciones” había aparecido el original de Claraboya y que para ellos “sería un honor” publicarla. Por entonces, Saramago terminaba El Evangelio según Jesucristo y ya era un novelista reconocido. El escritor decidió que no se publicaría mientras viviera porque, como dice Del Río, se trataba de una obra que “le dolía por la humillación de no haber recibido nunca una respuesta”. Aquella actitud de la editorial “le sumió en veinte años de silencio”, pero fue un tiempo en el que el escritor “se llenó” por dentro “para irrumpir luego con voz propia”, añadió la viuda del escritor, que estuvo acompañada por la directora de Alfaguara, Pilar Reyes. Presidenta de la Fundación José Saramago, Del Río supone que los editores sí debieron de leer el manuscrito, pero no lo publicaron “porque era un libro duro para la época”, dado que la familia, “pilar de la sociedad”, aparece “como un nido de víboras”; hay violaciones, amores lésbicos, “una mantenida”, y eso “no lo podía soportar la sociedad portuguesa de aquellos años”. Claraboya se desarrolla en una casa de vecinos y Saramago, que como recuerda Del Río, era un joven de menos de 30 años, “hijo y nieto de analfabetos” que no fue a la universidad, “se atreve a interpretar el cosmos que es una casa, con brújula propia y con Pessoa, Shakespeare, Eça de Queirós, Diderot y Beethoven como amable compañía”. Este libro era la segunda novela de Saramago, aunque en realidad empezó a escribirla antes de Tierra de pecado, publicada en 1947. La complejidad de Claraboya le hizo aparcar el proyecto hasta tener la madurez suficiente. Fueron “muchos años” los que dedicó a esa novela, para la que trabajó “metódicamente”, como atestigua el cuaderno de notas que ayer podía verse en la presentación, junto al primer original manuscrito, otro mecanografiado y lleno de correcciones del propio Saramago, y el texto mecanografiado que envió a la editorial, y que está dedicado a su abuelo Jerónimo Hilário, ese hombre que, como contó el escritor en su discurso del Premio Nobel, era “el más sabio” que había conocido en su vida, aunque no sabía leer ni escribir. Como detalle anecdótico, el original de Claraboya aparece firmado por “Honorato”, un nombre que figura tachado y debajo del cual ya se lee José Saramago. Pilar del Río cree que, probablemente, debió de querer presentar la novela a algún premio pero finalmente desistió. El autor de Memorial del convento no releyó nunca el original de Claraboya, pero “lo recordaba muy bien y sabía que tenía interés y estaba bien escrito”, comentó Del Río. Reflejaba “una época de penurias muy parecida a la actual”, agregó la presidenta de la fundación, que en algún momento reconoció cuánto le hubiera gustado que Saramago siguiera vivo para que continúe denunciando los atropellos del mundo.