La vertiginosa expansión del nuevo coronavirus alrededor del mundo pone en peligro a miles de vidas. El avance mundial de esta pandemia ha provocado que toda la industria de la biotecnología se reúna con una sola meta: desarrollar la vacuna contra el virus SARS-CoV-2.
Cerca de 35 compañías e instituciones académicas compiten para crear dicha vacuna. Al menos cuatro de ellas descubrieron una posible fórmula y comenzaron el periodo de prueba en animales. La primera posible vacuna contra el COVID-19, producida por la empresa de biotecnología Moderna, se inyectó en cuatro humanos saludables saltándose el paso de prueba en animales.
Pero, incluso si los científicos logran desarrollar una vacuna este año, debemos tomar en cuenta el arduo trabajo de producirla en masa y distribuirla alrededor del mundo. Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infeccionas de E.E.U.U, afirma que una vacuna segura no estaría lista para la administración masiva hasta por lo menos la mitad del próximo año.
La enfermedad COVID-19, que se detectó por primera vez en diciembre en Wuhan, China, ya infectó a más de 200,000 personas en todo el mundo y ha matado al menos a 8,500. Aún no existen vacunas o terapias aprobadas para la enfermedad.
Hay varios ejemplos de cómo las vacunas rápidas pueden ser contraproducentes. Una campaña masiva para vacunar contra la gripe porcina de 1976 fracasó cuando la enfermedad resultó ser leve, pero cientos de personas sufrieron un extraño trastorno nervioso después de la vacunación. Además, una vacuna utilizada en algunos países europeos contra la gripe H1N1 en 2009 causó que algunas personas desarrollaran un trastorno llamado narcolepsia, que causa ataques de sueño y somnolencia excesiva.
Según un artículo científico en el especializado portal web Medscape, el principal riesgo de una vacuna contra el COVID-19 es un fenómeno llamado “realzamiento de la enfermedad”, en el que las personas vacunadas e infectadas desarrollan una forma más grave de la enfermedad que las personas que nunca han sido vacunadas. En estudios de una vacuna experimental de SARS reportada en 2004, los hurones vacunados desarrollaron inflamación dañina en sus hígados después de ser infectados con el virus.
Peter Hotez, científico de vacunas del Baylor College of Medicine en Houston, Texas, cree que las vacunas potenciales deben probarse en animales primero para descartar la mejora de la enfermedad, antes de que los ensayos pasen a los humanos. Hotez afirmó que entiende el razonamiento para llevar las vacunas del coronavirus a las pruebas en humanos rápidamente, pero agrega que los riesgos podrían ser peores que los beneficios.
Normalmente, las vacunas se someten a pruebas de seguridad y eficacia en animales antes de probarse en humanos. Pero la vacuna de la compañía Moderna y otra desarrollada por Inovio Pharmaceuticals se están probando en animales al mismo tiempo que se realizan los ensayos de fase 1 en humanos. Inovio planea comenzar su primer ensayo en humanos en abril.
Michael Diamond, un inmunólogo viral en la Universidad de Washington en St. Louis, Missouri, espera que con más estudios sobre la infección a través de estudios en humanos y animales, los infectólogos tendrán una mejor idea de qué vacunas tienen más probabilidades de funcionar. “Puede que no sea la forma más eficiente de hacerlo, pero puede ser la forma más conveniente de generar una vacuna”, declaró Diamond en una entrevista para la revista Nature.
Las vacunas contienen muestras pequeñas e inofensivas de virus o bacterias. Las defensas del cuerpo las reconocen como un invasor y aprenden a combatir la enfermedad. Entonces, si el cuerpo alguna vez está expuesto de verdad, ya sabe cómo combatir la infección.
Durante décadas, el principal método de elaboración de vacunas ha sido utilizar una versión debilitada del virus original. La vacuna contra el sarampión, las paperas, la gripe estacional y la rubéola (MMR) se elabora utilizando versiones debilitadas de esos virus que no pueden causar una infección en toda regla.
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El trabajo sobre una nueva vacuna contra el coronavirus usa enfoques más nuevos y experimentales. Científicos de China lograron secuenciar el código genético del nuevo coronavirus, así que ahora tenemos los planos completos para construir ese virus. Algunos científicos de vacunas copian pequeñas secciones del código genético del SARS-CoV-2 y lo colocan en otros virus completamente inofensivos.
Las vacunas ayudan a una persona a generar inmunidad contra una infección sin exponerse primero al patógeno. Los estudios de otros coronavirus, como los cuatro que causan algunos resfriados comunes, llevan a la mayoría de los investigadores a suponer que las personas que se han recuperado de la infección por SARS-CoV-2 estarán protegidas de la reinfección por un período de tiempo. Sin embargo, aún no existe evidencia para confirmar esta suposición.
Un estudio publicado el 14 de marzo por un equipo con sede en China examinó a dos macacos que se recuperaron de una leve infección del nuevo coronavirus. Los monos no parecieron volver a infectarse cuando los investigadores los expusieron al virus por segunda vez cuatro semanas después de su exposición inicial. Los mismos investigadores buscarán evidencia de que los humanos reaccionen de la misma manera.