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Política

Tanaka: “La élite política debe advertir que el país está acumulando problemas muy graves”

El politólogo Martín Tanaka, docente de la Universidad Católica (PUCP) e investigador del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), reflexiona sobre retrocesos políticos en el país.

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REFLEXIONES. Tanaka advierte que el Parlamento está generando problemas para los siguientes mandatos, pero finalmente nos costarán a todos los peruanos. (Foto: PUCP).

El politólogo Martín Tanaka considera que el actual Congreso se ha quedado en el cortoplacismo que engarza con la búsqueda de satisfacer sus intereses, apostando por sostenerse en grupos de interés que, en un contexto de fragmentación, pueden resultarles útiles. De ese modo, avanzaron en las contrarreformas, pero debe retomarse ese rumbo.

—¿Qué busca el Congreso con su intención de obligar una colegiatura a los politólogos?

—Es el interés de un pequeño sector de crear un grupo cerrado, que excluya a un número importante de colegas, y controlar un colegio con afiliación obligatoria para ejercer la profesión. Significaría una cuota de poder.

—¿Para controlar hallazgos sobre política que les incomodan?

—Ese es un gran riesgo. Al controlar un grupo, en el colegio puede descalificarse posiciones discrepantes, incómodas alegando que ese grupo tiene monopolio del ejercicio de la profesión, el análisis y estudio de la política. Lo mejor para la disciplina es que haya pluralismo, libertad y muchas asociaciones voluntarias de politólogos con actividades para elevar el debate, hacer propuestas y mejorar la calidad académica. Es muy importante la diversidad.

—Se suman otras iniciativas como obligar la titulación a periodistas y cambiar al Lugar de la Memoria. ¿Quieren forzar relatos acorde a sus intereses y no a la verdad?

—No podría ir hasta allí. Sí es claro que este Congreso ha formado amplia mayoría en torno a valores muy conservadores y posturas muy intransigentes, excluyentes, con carácter bastante autoritario. Se ve en todo tipo de iniciativas: se legisla a favor de grupos particulares, de visiones conservadoras, de encausados en problemas judiciales y no por la lucha contra la corrupción. Hay que mirar este contexto de gran contraofensiva conservadora.

—¿Qué diría que es lo más dañino de este Congreso?

—Que impone un punto de vista de manera unilateral y agresiva y termina siendo incluso un bumerán para los parlamentarios: toman decisiones y legislan sobre intereses de muy corto plazo. Están generando todo tipo de problemas no para mañana, sino para pasado mañana, que tendremos que pagar, porque esta lógica revanchista conservadora del Parlamento tiene tonos populistas que generarán un gran desorden y perjuicio.

—¿No es este Congreso reflejo de la conservadora sociedad?

—Nuestra sociedad es plural. Hay posturas conservadoras. El Parlamento debería buscar consensos más amplios posibles. No se percibe eso: se debate y convoca a un grupo muy cerrado de personas muy afines a sus posiciones. Se está generando gran inestabilidad hacia adelante. No hay voluntad de reconocer críticas y se sigue pensando que, como se tienen los votos, se avanza.

—¿Y qué aspectos positivos reconoce del actual Congreso?

—Es difícil. Con una mano o dos, puedo contar a parlamentarios que se esfuerzan por hacer un mejor trabajo. El Parlamento perdió la brújula hace tiempo. Al inicio, hubo un esfuerzo por hacer una agenda parlamentaria, con los temas más importantes, pero eso se perdió. No se legisla en función de los problemas más serios. Si no, se buscaría la legislación más adecuada para enfrentar la inseguridad, mejorar institucionalidad ambiental, promover inversión y empleo.

—Han sabido aprovechar grietas, por ejemplo, en la reforma universitaria, los chicos que quedaron sin universidades...

—Es cierto. Las reformas en transporte, educación y otras fueron a medias y quedó pendiente mucho. Les ha sido relativamente sencillo desmontar avances. Había que solucionar los problemas pendientes. Sinn embargo, hemos retrocedido y no se proponen las soluciones de fondo.

—¿En vez de arreglar las grietas, tumbaron la casa?

—Sí. Entonces el problema de fondo sigue: la poca calidad educativa, el caos del transporte, la inseguridad siguen.

—Y hay mochasueldos y repartijas, pero vendrán elecciones. ¿Cómo pueden seguir de espaldas al país y ver un futuro político desde un Congreso tan rechazado?

—Pareciera que piensan que, con su aprobación tan baja, ya no interesa qué hagan. Conforme se acerque el proceso electoral, empezamos a ver que algunos intentan distanciarse un poco con la Presidencia de la República. Es una estrategia. Algunos evalúan que tener el apoyo de un grupo pequeño en un contexto de fragmentación puede resultarles rentable y útil.

—En la propuesta de reforma política que integró, ¿cómo se pensó evitar esta situación?

—El principal mecanismo de aglutinación y reducción de fragmentación eran las elecciones primarias. Estaba bien abrir la participación en política, pero con un freno al aventurerismo: las primarias, una elección para filtrar a los no representativos e improvisados, de modo que ellos salían de la competencia.

—Un hito fue la sentencia a Alberto Fujimori. Pero fue despedido en multitud y con honores de Boluarte. ¿Qué opina?

—Es la lógica de Ejecutivo de acercamiento con el Parlamento, donde la bancada más grande es la fujimorista. De esa manera, se entiende que Boluarte rinda honores a un presidente condenado por delitos muy graves. Ha sido un contrasentido. Pero se reconoce que Fujimori logró mantener seguidores. Ojalá, Fuerza Popular asuma una conversión democrática plena, porque hay mucha ambigüedad respecto al legado autoritario.

—Algunos, por tanta gente en el funeral, dijeron que el fujimorismo pasa a segunda vuelta.

—No, es exagerado. Es cierto que ha logrado mantener un núcleo duro y en un escenario de mucha fragmentación puede ser la base para ir a segunda vuelta. No se puede descartar.

—¿Qué agenda tomar para dejar de caer tanto en crisis política?

—La élite política debe tomar conciencia de que el país está acumulando un conjunto de problemas muy graves. La economía muestra vulnerabilidad mayor y se advierte que necesitamos instituciones fuertes y mayor cohesión social. De esos temas hablábamos hace un tiempo: cómo redistribuimos mejor, cómo nos integramos mejor, como fortalecemos instituciones. Hay que retomar esa lógica de reformas y no de contrarreformas como últimamente.