Realidad y ficción de un testigo. ¿Cuál es el juego de Jaime Villanueva? La Fiscalía no descarta de plano nada de lo que ha dicho, pero su testimonio genera muchas suspicacias en los objetivos que persigue. El testimonio de Villanueva tiene dos momentos. En un primer momento declara como aspirante al procedimiento de colaboración eficaz ante equipo especial que encabeza la fiscal Marita Barreto. En un segundo momento, donde se muestra muy elocuente, declara como testigo ante la fiscalía suprema.
Los fiscales manejan varias hipótesis para explicar su elocuencia al declarar, en este segundo monento, ante la fiscalía suprema especializada en delitos de corrupción de funcionarios, que dirige la fiscal suprema Delia Espinoza.
Para muchos, esa elocuencia puede formar parte de una estrategia coordinada con la suspendida fiscal suprema y fiscal de la Nación, Patricia Benavides Vargas, o con un sector del Gobierno de Dina Boluarte o una iniciativa personal de quien, al saberse perdido, quiere quemar todo.
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El objetivo de ese plan sería 1) restar credibilidad a la declaración de colaboración eficaz que ofreció previamente, ante el Equipo Especial de Fiscales Contra la Corrupción en el Poder (EFICCOP), que lidera la fiscal superior Marita Barreto.
Además, 2) crear el caos y dar la impresión de que no hay nadie objetivo para investigar a la suspendida Patricia Benavides y su cúpula de poder, de la que él forma parte o 3) mandar un mensaje extorsivo, pues al describirse como un personaje con mucho poder e influencia en el Ministerio Público durante los últimos 10 años, deja la impresión de que está enterado de otros eventos y que su sola declaración puede poner en aprietos a cualquiera.
¿Qué lleva a los fiscales a pensar en esas posibilidades? Jaime Villanueva ha estado metido en el Ministerio Público durante los últimos 10 años, por lo que si bien su profesión es la de filósofo, algo debe haber entendido sobre las técnicas y la metodología de investigación, en sus conversaciones con los fiscales.
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Entonces, él sabía, dicen, que todo lo que dijera se iba a perennizar en un acta y, tarde o temprano, trascendería a la opinión pública. Los fiscales estaban obligados a dejarlo hablar.
Se sospecha de la posible participación de Patricia Benavides y/o la Procuraduría del Estado porque sus abogados han participado en los interrogatorios y, aunque podrían intervenir, oponerse a alguna pregunta o plantear sus propias interrogantes, se han quedado callados, observando y tomando notas.
¿Qué habría pasado si los fiscales le pedían a Villanueva que se limitara a responder solo sobre los hechos que son objetos de investigación en la fiscalía suprema? ¿Qué pasaba si los fiscales interrumpían su testimonio y le decían que solo hablara de los hechos de que había sido testigo directo y no incluyera sus apreciaciones, supuestos o el relato de terceros?
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¿Los abogados de Benavides y los de la Procuraduría se habrían mantenido silenciosos? ¿Habrían intervenido para dejar constancia de que se estaba impidiendo al testigo hablar espontáneamente? ¿Alguno de ellos habría salido en televisión, radio o los medios impresos a “denunciar” que la Fiscalía encubre actos de corrupción y no permite a Villanueva declarar en libertad?
Para los fiscales, es claro que Villanueva busca crear caos y confusión al utilizar datos reales, algunos de conocimiento público, para crear sus historias de fantasía y dichos de terceros que no hay forma de probar, pero que, esparcidos al aire sin un debido contexto, parecen verosímiles.
Esto desde ya ha creado una crisis en el Ministerio Público y ha obligado al fiscal de la Nación interino, Juan Carlos Villena, a iniciar nuevas investigaciones contra los fiscales supremos en activo o suspendidos. De esa manera, la cabeza del Ministerio Público queda aislada.
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Jaime Villanueva también sabia de antemano que el fiscal Reynaldo Abía, uno de sus interrogadores, y Luis Germaná Matta, quien se ha hecho cargo de las indagaciones en la Fiscalía de la Nación, podían ser cuestionados por el caso Chisac y las investigaciones al equipo especial.
El interrogatorio a Jaime Villanueva no fue espontáneo ni improvisado. De acuerdo con nuestras fuentes, fue trabajado con anterioridad por la fiscal suprema Delia Espinoza y el grupo integrado por sus fiscales adjuntos Reynaldo Abia, Nohelia Mengoa Quispe, Jhoana Pacheco Villa.
Cada pregunta respondía a la estrategia de investigación a Patricia Benavides. Al revisar las actas que han trascendido a la prensa, es evidente que ellos se apegaron al pliego interrogatorio elaborado previamente y dejan que Villanueva hable con libertad, sin interrumpirlo.
Las repreguntas son mínimas y no se apartan del objetivo de la investigación. No inciden en lo hechos que hoy alimentan el escándalo mediático. Es habitual que los fiscales dejen hablar a los testigos porque eso permite poner en evidencia algún interés particular en la declaración.
En el acta del interrogatorio del 30 de enero, la más completa que se conoce en público, la entrevista con el testigo comienza a las 9:00 a.m. y concluye a las 17:50 horas de la tarde.
En esa diligencia participaron los fiscales Reynaldo Abia, Jhoana Pacheco y Nohelia Mengoa, el abogado de Villanueva, Luis Capuñay, el de Patricia Benavides, Juan Peña Flores y el representante de la Procuraduría, abogado Milton Vilchez Grandez.
Suprema. El despacho de la fiscal Delia Espinoza está interrogando a los congresistas y exfuncionarios del Ministerio Público que habrían tenido participación en los hechos atribuibles a la suspendida fiscal de la Nación.
El interrogatorio estuvo a cargo de tres fiscales adjuntos del despacho de la fiscal suprema Delia Espinoza y abogados de Villanueva y Patricia Benavides.