¿Qué está pasando en el Perú los últimos meses? Pues que la inmensa mayoría –que es honesta y no roba– volvió a sentirse optimista. Que redescubrieron la esperanza.,Se fue Monseñor Cipriani, y su sucesor anuncia acercarse a la gente común, en vez de aliarse con los peores. Entró un nuevo equipo municipal a La Victoria –uno de los distritos más “calientes”– y lo primero que hace es declarar la guerra a las mafias: algo que, o no quisieron, o les dio mucho miedo a montones de alcaldías en décadas pasadas… o les pagaron muy bien para no molestarlas, quizá. Se descubre que una enorme empresa de telefonía jugó sucio en investigaciones claves desde hace años, y ya no se le perdona, aunque lance un par de ofertas o comerciales ingeniosos. Se vienen los testimonios desde Brasil, y todo el país espera que caigan los coimeados, sin distinguir tiendas políticas. Y así, varios ejemplos. ¿Qué está pasando en el Perú los últimos meses? Pues que la inmensa mayoría –que es honesta y no roba– volvió a sentirse optimista. Que redescubrieron la esperanza. Esperanza: palabra olvidada por la frustración al ver que nada cambiaba en el Poder Judicial. Que la corrupción era invencible. Que un ex presidente decía “regalo un Cristo gigante porque tengo mucha plata” sin que nadie ose preguntarle por qué, y tomaba como un chiste (lumpen) que “llegaba sola”. Que una muy popular lideresa mentía hasta el surrealismo sin inmutarse, y no le pasaba nada. Que docenas de políticos “tradicionales” estaban obsoletos hace 40 años, pero igual cortaban el jamón para su provecho. En fin: que la pita se rompía solo por el tramo más débil… hasta que de pronto, hoy se rompe por todas partes y ya no hay intocables. ¿Será verdad tanta verdad? Y todo esto, próximos a cumplir 200 años como república. ¿Llegaremos con estos sentimientos fortalecidos? Está por verse: depende de nosotros. Lo esperamos. Así como volver a encontrarnos por aquí.