Esta nueva relación entre el Ejecutivo y el Legislativo implica la caída de Chávarry, la recomposición y la autonomía de la Fiscalía y del Poder Judicial. ,La coyuntura abierta el 28 de julio de este año se cerró antes de lo previsto, el 9 de diciembre, fecha del referéndum. La prisión preliminar, primero, y el pedido de prisión preventiva de KF y otros fujimoristas más, luego, aceleró el tiempo político y, con él, el desmoronamiento del fujimorismo. ¿Qué viene después? Probablemente tres procesos que van a configurar los escenarios posfujimoristas. En primer lugar, la judicialización de la política que acentuará la crisis de representación política. En segundo lugar, la reconfiguración del escenario político debido al hundimiento y dispersión de FP y a la evaporación de la representación popular de derecha que ella expresaba. Todo esto va a permitir la emergencia de lo que podemos llamar disponibilidad representativa o la existencia de masas dispuestas a ser representadas, y, gracias a las redes sociales, a la búsqueda activa de representación de todos los sectores sociales. Hemos visto un adelanto de estos fenómenos en las elecciones regionales y locales del 7 de septiembre. En tercer lugar, la recomposición de las relaciones entre los poderes del Estado y de los aparatos de control que generarán un conjunto de cambios estatales. Uno de ellos es el término del gobierno dividido que, dentro de un presidencialismo parlamentarizado, produjo ingobernabilidad y trajo el descalabro de PPK. Lo que vamos a tener en adelante es un Ejecutivo con una relativa mayoría en el Congreso como producto de una probable coalición de fuerzas políticas, lo que redundará en una mejor relación entre esos poderes del Estado. Esta nueva relación entre el Ejecutivo y el Legislativo implica la caída de Chávarry, la recomposición y la autonomía de la Fiscalía y del Poder Judicial. Ella trae consigo también la autonomización de los aparatos del Estado que había capturado o estaba a punto de capturar el fuji-aprismo: la SUNAT, el BCR, la Defensoría del Pueblo, la Junta Nacional de Justicia (ex-CNM) y el TC. ¿Traerán estas movidas en la representación un breve ciclo partidario como sucedió en el 2001, luego de la caída de AF? Lo dudo. En esa fecha reaparecieron el Apra, el PPC y en menor medida AP, además de nuevos “partidos” como Perú Posible, Gana Perú y Fuerza 2011. Ahora el retorno partidario es más tenue pues toca a muy pocos (AP y APP) y a algunas provincias y distritos. ¿Qué formas asumirán las nuevas representaciones políticas? Es probable que todas ellas asuman una forma personalizada a partir de los líderes que tienen mayor aceptación ciudadana y que no han sido contaminados por la corrupción: Barnechea, Guzmán, Mendoza, Acuña. No hay que descartar la posibilidad de que emerjan liderazgos de extrema derecha y de extrema izquierda. Es posible que algunos de estos líderes estén dispuestos a organizar formas estables y organizadas de representación política. Tampoco hay que descartar que la nueva relación entre el Ejecutivo y el Legislativo abra la posibilidad de impulsar una reforma más profunda del sistema político (sistema electoral, sistema de partidos y forma de gobierno) y de las capacidades del Estado.