
México ha recibido un llamado de atención de los EEUU por entregar petróleo a Cuba, en abierto desafío al bloqueo, al antiguo y al de estos tiempos. Ese crudo no es mucho, pero compensa el que no puede llegar desde Venezuela a la isla en estos días, y Washington lo ve como un desafío. La respuesta de Claudia Sheinbaum ha sido que esa ayuda al gobierno cubano se justifica por ser humanitaria.
Uno debería preguntarse cuán humanitario es mantener a flote a un gobierno como el de Miguel Díaz-Canel, que tiene a la población de Cuba al filo del hambre, sin la menor perspectiva de mejora. Lo que está haciendo México es actuar como una laucha en el conflicto del Caribe. Así quiere mediar entre Washington y Caracas. Insólito.
En efecto, una parte de la influencia de México en América Central ha sido siempre como patita de Cuba. Defendieron a la isla cuando ella estaba colmada de esperanzas socialistas, y luego se mantuvieron pegados a su peso muerto, nacido del apoyo de la Unión Soviética.
Ahora esa influencia mexicana a dos bandas está en peligro y a Sheinbaum no le gusta nada tener que enfrentarse sola a su vecino del norte, convertido en verdadero ogro geopolítico. México por largo tiempo desafió las convenciones de la Guerra Fría, manteniendo una política exterior prosoviética y una política interna 100 % proyanqui.
Ese petróleo que ahora molesta a los EEUU (nunca dijeron nada antes) es una manera de tener una carta en el juego de las Américas. Una carta humanitaria, como ya hemos oído, y esas cartas suelen ser truchas. Es verdad que los cubanos necesitan petróleo, pero más necesitan lo que ahora se llama un cambio de régimen, y antes se llamaba una revolución.
Todo esto nos lleva a ver que para Sheinbaum hay un paralelo entre Díaz-Canel y Pedro Castillo. Pésimos gobernantes, ejemplos de autodeterminación, símbolos de la revolución a la que México, con sus millones de pobres y sus grandes billonarios, todavía cree pertenecer. Seguimos sospechando que la sugerencia de asilar a la familia Castillo llegó de La Habana.
Pero hay otros paralelos. El gobierno mexicano no está en mucho mejores condiciones que el chavismo para hacer regalos políticos de petróleo. Son gobiernos que disponen alegremente de aquello que a sus pueblos les falta.

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