
“Hasta para el chu chu de Porky”, escribió ayer con puntería gráfica el columnista de La República Mirko Lauer en alusión al tren de López Aliaga. Ayer el alcalde puso en escena los vagones , cual sainete, quizás deseando que se detuviera en el tiempo el desenlace de la trama que está por empezar.
En este diario no estamos en contra de los trenes, cualquier solución es bienvenida para los sufridos peruanos, pero este proyecto se convierte en un juguete político, disfrazado de revolución ferroviaria, con el que Porky pretende resolver —de forma engañosa— los complejos problemas de transporte urbano de Lima.
El “chu chu” no es otra cosa que una puesta en escena electoral, con locomotoras dadas de baja , portátiles municipales, regidores como coristas y discursos vacíos ante personas convocadas con recursos públicos para organizar lo que en realidad fue un mitín. Vale decir, una violación a la ley electoral cometida por López Aliaga en televisión nacional y a la cual el Jurado Nacional de Elecciones deberá tomar acciones de acuerdo a la norma.
Sin embargo, tras la escenografía colorida, lo que hay son una serie de irregularidades técnicas , legales, tributarias y éticas que más temprano que tarde saldrán completamente a la luz.
La presunta “donación” de Caltrain, usada como pieza central , debe ser escrutada a fondo. En EEUU, para que una donación sea deducible de impuestos ante el IRS (la Sunat norteamericana), debe cumplir con rigurosos estándares federales: debida diligencia, evaluación medioambiental, transparencia, uso público responsable. De lo contrario, no es una donación sino una contraprestación encubierta. Y si eso se prueba, tanto Caltrain como la Municipalidad de Lima podrían enfrentar serias consecuencias.
Por otro lado, el socio que niega ser socio, Juan de Dios Olaechea, concesionario del tren de Lima venido a menos, y defensor acérrimo de López Aliaga busca ahora subirse al tren, pero pidiendo que el Estado subsidie su operación.
Afirma sin rubor que usará solo un tercio de los vagones traídos, lo que implicaría que atenderá una fracción de lo prometido . El resto quedará almacenado como ocurrió con las más de 4.000 motos que la MML compró y hoy yacen en su mayoría abandonadas en depósitos.
La respuesta del Gobierno ha sido sorpresivamente clara. El Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) ha lamentado el comportamiento “agresivo y ordinario” del alcalde de Lima en actos públicos y redes sociales. El MTC ha insistido en que no pone trabas, sino que exige cumplir la ley, y que no se prestará a intereses personalistas ni a presiones populistas que buscan utilizar los bienes públicos como plataforma de campaña.
A este disparate político y financiero se suma la habitual cohorte de trolls, que han salido a insultar y difamar a quienes, con cifras en mano, exponen la irresponsabilidad de la gestión de López Aliaga. Entre ellos Rafael Rey, quien ha emitido críticas sensatas y mesuradas sobre el despilfarro y la falta de transparencia del alcalde”.
El tren de López Aliaga es la metáfora perfecta del modelo de “potencia mundial” que pretende imponer el candidato: populismo, deuda, contaminación, y obsolescencia y como no, fiel a su estilo, agravios por doquier.

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