En abril, el alcalde Carlos Canales insistió delante de cámaras que los conos de señalización de color celeste eran, en verdad, conos de color verde. Hacía como que desafiaba el principio de realidad “no es ni celeste ni turquesa, es verde”, blandiendo el cono celeste delante de todos. En realidad, en aquella conferencia de prensa, Canales no entró a disputar con los vecinos la verdad sobre el color del cucurucho. La disputa era otra, estaba relacionada con el poder.
La conferencia fue una mera formalidad. Canales solo intervino para decir a todo el que quisiera escuchar que, más allá del color, más allá de lo que la gente vea, diga o piense, él tiene la última palabra. Siempre. Y a callar. Canales ejerce el poder como si estuviera en su “chacra”, que es lo que solemos decir cuando alguien se comporta como si su palabra estuviera por encima de la ley. A lo gamonal chacra.
Y eso que, en sentido estricto, Canales no tenía cómo negar lo que todos veíamos en la sala y en casa por YouTube: el alcalde esgrimía el cono celeste delante del logo “Miraflores, se vive mejor” estampado en la pared, con el “-flores” de un verde floresta que contrastaba visualmente con el cono de marras, celeste. Pero ese “detalle” tampoco interesa. Si el ejercicio del poder es performativo, Carlos Canales exhibió el ejercicio de un poder consistentemente autoritario. A pruebas de balas.
En la gestión de Canales no hay lugar para la rendición de cuentas; a nadie. Dijo en esa conferencia que los vecinos eran (sic) “daltónicos” por sostener que lo celeste era celeste, el color de su partido, Renovación Popular. En otra ocasión, ante los serios cuestionamientos a la licitación y ejecución de obras tales como la de Comandante Espinar o el puente Armendáriz, el alcalde respondió orondo que los vecinos “no son técnicos, pues”. ¿Y entonces?, ¿no tenía por ley que rendir cuentas ante las juntas vecinales?
Pero resulta que la gestión de Carlos Canales es también opaca para la Contraloría que presentó observaciones al avance físico del puente Armendáriz: ante la carencia de sustentos suficientes que permitan la “verificación de la ejecución real de los trabajos y el correcto uso de los recursos públicos”. ¿Dirá Canales que la Contraloría tampoco es “técnica”?
En el ámbito metropolitano, Rafael López Aliaga alcalde metropolitano del mismo partido, Renovación Popular, exhibe credenciales similares. Anunció que el 14 de julio llegará un lote de trenes Diesel de segunda mano que no se sabe bien cómo ni cuándo, o si alguna vez brindará servicio de transporte público a pasajeros en la ruta Lima- Chosica. El Ministerio de Transportes y Comunicaciones advierte que no existen estudios de impacto ambiental, tampoco estudios de demanda actualizados, y “no cumplen los requisitos mínimos de seguridad para circular”. El ministro César Sandoval del MTC lo dijo en pocas palabras “no hay nada, ni paraderos, ni doble vía, ni sistemas de señalización, ni estudios viales”. Nada de nada. A la fecha, solo humo, mucho humo.
En definitiva, Renovación Popular no tiene proyecto para la ciudad de Lima. Cada día se parece más a una franquicia que a un partido político. Donde cada alcalde de RP va “a lo suyo” en su distrito, un feudo donde nadie tendría que meterse. Y menos exigir la rendición de cuentas. Canales que afirma que el celeste “no es celeste, es verde” y que los vecinos “no son técnicos” para opinar, ha tomado represalias contra vecinos en Miraflores.
Desde hace unas semanas, vecinos de Miraflores se agrupan cada sábado de 5 a 6 pm. delante del municipio en el parque Kennedy para protestar de forma pacífica por los serios problemas en la gestión de Canales. Recientemente, el periodista Rafo León y otras personas que han participado de los plantones han recibido multas que ascienden a S/.2,675 soles (50% de una UIT) por el uso -o la sospecha de haber usado- megáfonos a pilas para corear sus consignas ciudadanas. En cristiano, por ejercer el derecho a la protesta.
Esto ocurre mientras los violentos de la Pestilencia se han instalado en reiteradas ocasiones delante de la casa de la periodista Rosa María Palacios y de la oficina del IDL en Miraflores, con altoparlantes para insultar y en ocasiones arrojar excrementos a los inmuebles. Que se sepa, el alcalde Canales no ha condenado los actos y tampoco ha dispuesto que los serenos restablezcan el orden público. Mutis.
En estos asuntos, la autoridad de Canales no se apoya en normas generales (para todos igual) y democráticas. Antes bien, Canales comulga con la idea del ejercicio del poder como chacra personal, “para mis amigos, todo”. Donde el clientelismo que exige privilegios (la excepción) tiene más peso que la voz del vecino que demanda derechos (para todos).

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