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Opinión

Partido-ejército de extorsionistas, por Mirko Lauer

"Denunciar siempre es mejor que cruzarse de brazos, pues esto último equivale a seguir siendo desangrado. Pero la denuncia pasa a ser algo mucho más eficaz junto con algunas formas de organización ciudadana".

larepublica.pe
EDITORIAL

Este ha sido el año de la extorsión. La protesta contra este delito, mediante paros y marchas, ha sido un centro importante de la política. Pero extrañamente la furia de los extorsionados no ha tenido consecuencias prácticas. Los responsables del sector siguen en su sitio, y el peligro extorsivo sigue igual de fuerte.

La propia PNP informa de unos 16.000 casos denunciados en el año. El número podría crecer sobre el papel, si comerciantes y particulares denunciaran más. Pero protestas y denuncias demostraron que eso hoy no tiene mucho sentido. La extorsión sigue en alza, acompañada de todos los crímenes del repertorio actual.

Pero extorsión denunciada no significa extorsionista ubicado y retirado de las calles. Aun cuando los hampones circulan impunes, las denuncias inspiran irritaciones y venganzas, y producen una actividad empresarial, grande o chica, que no puede dormir tranquila. Incluso la cárcel, paraíso del teléfono celular, no es un freno a este tipo de criminalidad.

Denunciar siempre es mejor que cruzarse de brazos, pues esto último equivale a seguir siendo desangrado. Pero la denuncia pasa a ser algo mucho más eficaz junto con algunas formas de organización ciudadana. Formalizarse y bancarizarse son prácticas con las que un negocio puede arrinconar a un extorsionador, que suele vivir del dinero en efectivo.

A los no especialistas nos da la impresión de que el negocio de la extorsión no puede ser eliminado de a pocos. Pues aquí se trata de una criminalidad que se ha acostumbrado rápido a la impunidad. Las denuncias o los pequeños golpes no los llevan a suspender sus actividades, sino a insistir en ellas: asustar más, cobrar más.

Este es el sentido de los asaltos con armas de fuego a buses cargados de pasajeros. Esos sustos buscan reemplazar a los empresarios rebeldes por empresarios muy asustados o complacientes. De paso, también se asalta el bus para desanimar a la policía que recibió las 16.000 denuncias en el año. Hay una estrategia en la violencia extorsiva antibus.

La estrategia no consiste solo en reaccionar ante los avances de las víctimas, sino además en establecer un sistema de resistencia a lo policial. Un momento ideal para ello es este, cuando anda tan mal la institución, de capitán a paje. Con un ministro ineficiente y dedicado a la engañifa, además.

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