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Opinión

APEC, vitrina para sapos, por Mirko Lauer

Nos costará entender que los jefes de Estado no llegan y se reúnen para informarse mejor de los asuntos peruanos, sino para discutir sus propios y múltiples intereses

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La próxima semana entraremos en la dinámica de la APEC, pre- y post-. En otros años no se sintió mucho. En 2008 y en 2016 hubo serias distracciones: una crisis económica mundial en el primer año y una fuerte trifulca política local en el segundo. Este fin de año, la APEC tendrá su propio tipo de interés, internacional y político, pero no esperen demasiado.

Hay una obvia conciencia de que la cumbre nos pone en vitrina mundial por unos días, y que eso debe ser aprovechado. Varios gremios han entendido que es el momento ideal para paros y huelgas, a ver si logran captar la atención de la prensa mundial. Aunque es el tipo de cosas que en los diarios suele aparecer bastante diminuto, no en economía, sino algo más allá de la página 20.

Para la PCM, es el momento de apaciguar el descontento y la protesta, con el argumento de que conviene portarse bien delante de la visita. Aunque la famosa frase de las pancartas –"El mundo entero está mirando"– es un argumento para la agitación, no tanto para el apaciguamiento. Además, también extorsionadores y sicarios querrán salir en la foto.

Pero nadie tendrá una relación tan cercana con APEC como Dina Boluarte. La Presidenta de la República tendrá que estar en todos los actos y ceremonias. Con la presidencia del evento en sus manos, y 160 reuniones en Trujillo, Arequipa, Cusco, Pucallpa y Lima, estamos hablando de mucha exposición y, quizás, mucho riesgo de pifia.

Para quien al inicio de su periodo vio su presidencia negada por varios colegas de la región y criticada por algunos medios importantes del extranjero, dar personalmente la bienvenida a los poderosos del Asia-Pacífico es una especie de dulce revancha. No sabemos si Claudia Sheinbaum, presidenta del México que tan mal nos ha tratado, vendrá. Pero igual será saludada.

Nos costará entender que los jefes de Estado no llegan y se reúnen para informarse mejor de los asuntos peruanos, sino para discutir sus propios y múltiples intereses. Es decir, una oportunidad para facilitar la geopolítica de los negocios. ¿Está el Perú en ese juego? Más bien, somos un territorio para ser aprovechado.