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Opinión

No es mi problema, es tu problema

La extorsión aleja inversiones y genera grave daño económico, político y social.

larepublica.pe
Editorial

Diversos analistas han coincidido en el carácter singular de la protesta de los transportistas, quienes en su última convocatoria lograron la adhesión de distintos gremios de otras actividades económicas que también se ven afectadas por la ola extorsiva y por la cobranza de cupos.

El jueves y viernes últimos, esta expresión diversa y múltiple de distintos grupos de víctimas de la extorsión y el sicariato se hizo oír. Además de parar efectivamente el transporte público en la mayoría de arterias principales de la ciudad, se cerraron mercados, comercios, restaurantes, el emporio Gamarra, Mercado Central, Mesa Redonda, entre otros conglomerados comerciales. Fue una reacción de adhesión y solidaridad porque todos sufren el permanente ataque de la criminalidad ante la parálisis indiferente del Gobierno y las leyes cómplices del Congreso.

Durante las movilizaciones desde diferentes extremos de la ciudad, no se escucharon reclamos por aumento de pasajes o mejores condiciones laborales. Fue una protesta para preservar la vida y la salud desde su condición de comerciantes, trabajadores independientes, choferes informales y emprendedores. Es decir, esa Lima que ha salido adelante por sus propios medios y ha generado sus ingresos con base en el esfuerzo individual. Esa que se define como capitalismo popular, hija del neoliberalismo que opera en el país desde que lo instaló el fujimorismo.

Cuando el Congreso les ha dado olímpicamente la espalda, ha cometido un craso error político que tendrá consecuencias. Es más, cuando el fujimorismo y sus aliados —que representan los intereses de la derecha más conservadora como es el caso del “comunista” Cerrón— han querido terruquear y ningunear a los protestantes y cuando el Gobierno ha mandado a apalearlos y gasearlos, han roto los pocos puentes que conservaban con ese sector ciudadano. Las frases “nos han dado la espalda” o “nos han defraudado” no son gratuitas.

Haber agraviado a su potencial capital político, más si hay un horizonte electoral cercano, por proteger sus intereses particulares, resulta increíble por lo torpe. Hay que esperar la respuesta de las víctimas de la miopía y la desidia  de esta clase política en el poder.