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Opinión

Cuando acabe la noche, por Rafael Belaúnde Llosa

 En el campo político, la producción en serie de leyes anticonstitucionales, la perforación de sistemas de meritocracia en la administración pública y la constante erosión de la separación e independencia de los poderes del Estado son algunos de los legados más deshonrosos de este gobierno y sus socios congresales.

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Rafael Belaunde Llosa

El 28 de julio de 2026, el Gobierno de Dina Boluarte, así como el mandato parlamentario, habrá terminado, lo que pone fin a una de las alianzas más infames de la que se tenga recuerdo: un Ejecutivo incompetente, frívolo, con graves acusaciones de corrupción y servil ante un Parlamento delincuencial y cloacal.

El daño causado al país por este nefasto binomio ha sido significativo. En el plano económico, a pesar de contar con un entorno internacional óptimo (con precios nunca antes vistos del oro y del cobre), la inversión privada no crece y, a pesar —también— de un gasto público desenfrenado, el PBI crece poco o nada, llevando el déficit fiscal al 4% del PBI y al incumplimiento de la meta fiscal por segundo año consecutivo.

En el campo político, la producción en serie de leyes anticonstitucionales, la perforación de sistemas de meritocracia en la administración pública y la constante erosión de la separación e independencia de los poderes del Estado son algunos de los legados más deshonrosos de este gobierno y sus socios congresales.

En el plano de la (in)seguridad ciudadana, el crimen y el delito gobiernan las calles ante la pasividad e ineptitud de las autoridades. En suma, dejan un país fracturado, con ciudadanos oscilando entre la indignación y la desesperanza.

Los desafíos para el futuro inmediato son enormes: en lo económico, debemos promover decididamente la inversión privada, destrabar proyectos de inversión y fomentar la proliferación de la economía popular de mercado, así como una sociedad de propietarios.

En lo político, debemos recuperar el rol del Estado como agente integrador y cohesionador social, defendiendo los derechos del consumidor y desplegando un ambicioso plan de integración a través de la infraestructura vial, gasífera, de educación y de salud.

Todo esto es urgente y necesario, para cuando acabe la noche.