Lucero me dio el encuentro en Milán desde Berlín, donde termina su maestría después de una pasantía en Viena y Nueva York; es claro que hace y hará mucho por nuestro pais, siempre añorando su Cusco querido y recordando juntas la fuerza, sacrificio e inspiración de Roxana,
su mamá.
Hablamos del Perú con nostalgia y preocupación, y me daba pena describir el proceso de transición de economías ilegales e informales a un sistema político con las mismas características y sus efectos perversos.
Pedirle que regrese era mi primer temor, me quedó claro que impedir que lo haga es más difícil. Se sumó Susana en Roma, quien encarna al peruano comprometido que no olvida su patria, y reflexionábamos sobre lo mandatario que resulta no perder la esperanza.
Doce horas después nos encontramos en Torino con los Pastrana.
Vilma es energía, compromiso, lealtad y solidaridad; ella y su familia llegaron gracias a Dina y Daniel, su mamá y hermano. Su vida está en Italia, la mitad de su corazón en Perú. Estaban sus hijos, todos amorosos, conscientes del sacrificio de su familia, Deelep representa esa generación agradecida y comprometida con hacer que cada lágrima valga la pena.
Escuchándolos entre risas y recuerdos de historias que los han marcado, como por arte de magia, sentí la esperanza por todos lados.
Cada uno tiene sus recuerdos, todos una fuente de inspiración.
Fuimos a saludar a Charo, una peruana que ha puesto su peluquería en vía Volvera 20b, y después de trabajar mucho y estudiar tres años consiguió la licencia.
Ha traído a sus 11 hermanos, ha salido adelante con sus hijas y representa a los peruanos que no se rinden y que están en todas partes, igual que César, quien coronó la tarde con unas Morochas y una Inca Kola.
Pasamos por Asti y conocimos a América, que nos acompaña a Milán a seguir escuchando.
Todas las historias tienen un común denominador, no importa cuánto miedo tengan ni cuán hostil o cuán oscuro sea el futuro; el amor les impone en el presente sacar a sus hijos y familia adelante.
El cartel en la peluquería dice: “Quien tiene magia en las manos no necesita trucos”. Ese cartel nos define: tenemos la magia en nuestras manos, vamos a ponerlas a trabajar al servicio del Perú.