Hoy celebramos el 28 de Julio, la patria y la bandera, los héroes y la tierra sagrada en la que duermen para siempre nuestros antepasados. Y lo hacemos marchando, protestando, pero también analizando, criticando y proponiendo. Nos une la preocupación por el Perú y su futuro. En esta ocasión de tan profundo significado, debe alentarnos a realizar este ejercicio ciudadano. Y resultado de esta evaluación, tendremos que proponernos un mayor compromiso con el país, con el bien común y con la recuperación de los valores que nos están sustrayendo desde el poder.
Se trata de una acción defensiva, articulada y colectiva para lograr resultados concretos: la salida pronta de los delincuentes corruptos que se han atrincherado en el aparato estatal y el recambio de autoridades en procesos electorales limpios y sin trucos ni favores.
En el camino habrá que perfilar una coalición democrática que se oponga a la coalición autoritaria gobernante, que está entregando al país como botín a cambio de más tiempo en el poder. Para lograrlo, intercambia prebendas de todo tipo, reparto de puestos y directamente corrupción con obra pública, coimas, etc.
La mera denuncia o el diagnóstico parecen ya insuficientes. La pregunta es ¿hasta cuándo? Y ¿qué hacer para superar este momento tan sombrío? Los analistas básicamente proponen una cada vez mayor expresión articulada de protesta ciudadana que bloquee el avance de las fuerzas oscuras, que se expresan con grupos violentistas como los que actúan libremente contra personas u organizaciones, protegidos por políticos y autoridades. O que en el Congreso perpetran leyes como la que interpreta la lesa humanidad o que reescribe la definición de organización criminal.
Es tiempo de acción. De renovación de la esperanza. Del esfuerzo común para superar esta etapa tan nefasta. A más prepotencia, mayor organización y vocación unitaria. Feliz 28.