Estamos a mitad del año y la ejecución de la inversión pública es de solo 36%. Es decir, de los 66.000 millones de soles asignados a inversión pública, solo hemos gastado 23.000 millones de soles. Este bajo porcentaje no debería sorprendernos, ya que, en promedio, en los últimos cinco años, tan solo se ejecutó el 68% del presupuesto asignado a la inversión pública.
¿Por qué debería importarnos, si es que no indignarnos, este porcentaje tan bajo? Diría que, principalmente, por tres razones.
En primer lugar, tras finalizar el 2023 con una caída del PBI de 0,55%, la economía peruana necesita urgentemente un repunte. Para el 2024, el Ministerio de Economía y Finanzas proyecta un crecimiento del 3,1%. Sin embargo, estas proyecciones dependen del gasto público, lo que significa que si no se ejecuta el presupuesto asignado a la inversión pública, será menos probable alcanzar la meta trazada.
Además, es importante recordar que la inversión pública no solo impulsa la economía en el corto plazo, sino que también tiene beneficios a largo plazo. Cuando se construye una carretera, por ejemplo, se crean empleos para ingenieros, obreros y proveedores durante la construcción. Pero los beneficios no terminan ahí. Una vez que la carretera está lista, mejora el transporte de bienes y servicios, haciendo que el comercio sea más eficiente. Esto atrae inversiones privadas, ya que las empresas pueden reducir sus costos de transporte y acceder a nuevos mercados.
En segundo lugar, la baja ejecución de proyectos afecta directamente nuestra calidad de vida. Un presupuesto no ejecutado significa que muchas obras importantes como escuelas, carreteras, hospitales y sistemas de alcantarillado no se están completando, lo cual tiene un impacto directo en nuestro bienestar. Un claro ejemplo es la Línea 2 del Metro de Lima, una obra con el potencial enorme de transformar la movilidad en la capital, pero que lleva en construcción más de 10 años. Mientras tanto, los limeños continúan enfrentando el caos del tráfico a diario.
Finalmente, está el costo de oportunidad. Supongamos que a fin del 2024 solo se ejecuta el 68% del presupuesto de inversión pública. Esto significa que cerca de 21.1 mil millones de soles no se utilizarían y quedarían estancados en las arcas del Estado. Ese dinero podría haberse utilizado en otras necesidades urgentes. Por ejemplo, se podría haber destinado a modernizar el sistema educativo o invertir en tecnología y desarrollo para mejorar la competitividad del país.
En este escenario, ¿qué puede hacer el Estado para mejorar los niveles de ejecución? Primero es importante entender que las causas suelen ser diversas. En algunos casos, la baja ejecución se debe a la falta de capacidad técnica y administrativa de las entidades responsables, mientras que en otros puede estar relacionada con la burocracia excesiva y los procesos engorrosos que retrasan la toma de decisiones. Además, la falta de coordinación entre los diferentes niveles de gobierno y la inadecuada planificación y programación de los proyectos también pueden contribuir a la baja ejecución.
Dado que las causas son diversas, algo que suele ayudar es un efectivo sistema de monitoreo que permita identificar dónde están las trabas. Una iniciativa que parece estar dando resultados en el gobierno es el Equipo Especializado de Seguimiento de la Inversión (ESSI) del Ministerio de Economía y Finanzas. La ESSI cuenta con una cartera de 375 proyectos en los sectores de minería, transportes, electricidad, hidrocarburos, comunicaciones, entre otros, a los cuales hace seguimiento cercano, identifica trabas y luego se encarga de hacer las coordinaciones necesarias para lograr el destrabe. A raíz de este seguimiento, en el primer trimestre del 2024 se observó un aumento respecto al 2023 del 27,8% en la ejecución de inversión de la lista priorizada de proyectos.
Iniciativas como esta deben celebrarse. Sin embargo, un seguimiento detallado como el que realiza la ESSI solo tiene sentido para un grupo priorizado de proyectos, ya que sería imposible de implementarse para un grupo más grande.
En ese sentido, teniendo en cuenta que la tecnología puede jugar un rol importante para mejorar el monitoreo y la gestión de la inversión pública, me permito realizar una propuesta para incrementar el monitoreo: la implementación de plataformas digitales que utilicen inteligencia artificial (IA) y análisis de big data.
Estas herramientas podrían permitir una supervisión más eficiente –y en tiempo real– de todos los proyectos de inversión pública. ¿Cómo? Ayudando a identificar rápidamente los cuellos de botella, a prever retrasos y a optimizar la asignación de recursos. La IA, por ejemplo, podría analizar patrones en la ejecución de proyectos anteriores para ofrecer recomendaciones predictivas y, de esa forma, evitar problemas recurrentes.
La modernización del sistema de monitoreo mediante el uso de tecnología es un paso crucial para asegurar que la inversión pública no solo se ejecute en su totalidad, sino que también tenga el impacto deseado en la economía y en la calidad de vida de los peruanos.