La acusación a Keiko Fujimori por el caso Cócteles no le impidió liderar su partido ni candidatear en otros años. Al contrario, dio a sus ambiciones políticas un rentable tono desafiante. Tampoco el paso del padre por la cárcel la ha afectado en lo político. Así, la hija mayor de los Fujimori ahora aparece como un inmenso teflón nacional, que ya dura decenios, y que ahora empieza una nueva prueba.
Por el camino, los intentos de producir un sometimiento final de la hija a la justicia han tenido como efecto hacer leña al sistema judicial peruano. Ella ha logrado mantener a Alberto Fujimori en prisión un tiempo extra, digamos, y ella misma se ha mantenido libre hasta la fecha, sin perspectivas de un regreso a la cárcel, siempre serruchando el sistema institucional.
Entonces, ¿qué efectos puede tener el juicio que está comenzando, luego de años de trabajo en la fiscalía? Domingo Pérez está entusiasta. Pero el público sabe que lo más dramático está en los extremos: su culpabilidad o su inocencia. Pero la justicia peruana no suele entregar sus resultados así. El juicio va a tomar tiempo, e incluso podemos no ver una sentencia antes de las próximas elecciones.
Keiko Fujimori no esperó que las cosas llegaran al punto en que están ahora. Pensó, más bien, que los embates del Congreso contra la fiscalía mantendrían sus problemas legales en una suspensión inanimada por tiempo indefinido. En sus primeras horas el juicio ha resultado menos abogadil y mucho más institucional de lo que ella quisiera.
Sin duda el día a día, o más bien semana a semana, del juicio mantendrá el interés del público. Pero la defensa tiene expectativas de una vida en la primera plana y el horario estelar. Eso va a desaparecer pronto. No olvidemos que Keiko versus la justicia, o viceversa, es una serie conspirativa que ya todos hemos vivido antes.
Estamos, pues, ante una versión peruana del dèjá vu francés, que debe ser más o menos “ya te vi”. Empezará a sospecharse que este asunto de los cócteles no se va a resolver en el tribunal sino en el Congreso. Es decir que se va a paralizar de alguna manera. Es más o menos lo que sucedió la vez pasada.