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Opinión

Mal con dina, peor sin Dina, por Mirko Lauer

"Da la impresión de que sacar a Boluarte no es una conspiración o varias, sino más bien un ramillete de deseos de tener una mejor presidenta".

larepublica.pe
MIRKO

Hay quienes están promoviendo la salida de Dina Boluarte en vista de sus defectos personales. Quizás lo merece, pero no resolvería nada. Alejandro Soto en una presidencia interina, pataleando por quedarse un ratito más, es argumento suficiente para dejar a Boluarte en su sitio. Hay consenso sobre que el Legislativo es peor que el Ejecutivo.

Otro argumento es que conviene adelantar las elecciones del 2026. ¿Por qué? Si la idea es simplemente sacar a Boluarte del puesto, entonces no sirve para mucho. En vez de comicios regulares, tendremos comicios de emergencia, más confrontacionales que lo necesario, más difíciles de controlar, que inspirarán más desconfianza que la habitual.

Las limitaciones de Boluarte para presidir con calidad ya están recibiendo castigo. Allí están la ínfima aprobación, la dictadura del Congreso sobre el Ejecutivo, la trama judicial-policial en que ella vive cada vez más enredada, y ahora el inicio de un descrédito familiar. Casi sería un favor sacarla anteladamente.

Pero hay políticos muy interesados en un buen río revuelto a breve plazo. Eso introduciría el azar como elemento importante del resultado, una obvia ventaja para candidatos y partidos sin nada que ofrecer. Esta gente recuerda que Perú Libre solo ofreció a los peruanos un profesor ignorante bajo un sombrero pintoresco.

Desde la perspectiva de la búsqueda de un orden establecido a futuro, mantener a Boluarte en su sitio es lo mejor, y lo ha sido desde que ella llegó. Derecha e izquierda le han sacado tajada a esa conveniencia, y no van a perderla ahora. De modo que ninguno de los dos parece muy interesado en darle un golpe, como cree el educador Minedu.

Da la impresión de que sacar a Boluarte no es una conspiración o varias, sino más bien un ramillete de deseos de tener una mejor presidenta, un conjunto de pensamientos sobre una democracia que está en peligro, pero que a la vez no merece defensa tal como está. Es, pues, el reino de la paradoja política.

Boluarte no es quien más daño ha hecho hasta ahora, ni quien más puede hacerlo. Ese dudoso honor les corresponde a las fuerzas políticas que se mueven detrás de los votos más organizados del Congreso. Allí se dan la mano la deshonestidad, la ignorancia y las pequeñas ambiciones.