Lo más curioso del anuncio oficial de ayer del INEI, de que la pobreza creció en 2023 a 29% del total de la población, es que haya gente que recién ahora se escandaliza por algo conocido desde hace tiempo, con estimados disponibles para todo el que quiso interesarse.
En efecto, el INEI precisó ayer que la pobreza volvió a crecer por segundo año consecutivo, de 27,5% en 2022 a 29% en 2023, con lo que 9,8 millones de peruanos ahora son pobres —un millón más que el año previo— y que, entre estos, 1,9 millones son pobres extremos (el 5,7% de la población total).
Pobre es el que sus ingresos no completan el costo de la canasta básica de consumo y pobre extremo, el que no llega a la canasta básica de consumo de alimentos. Entre el 71% de la población que no es pobre, el 31,4% es ‘vulnerable’, lo que significa el riesgo de ser pobre pronto. El otro dato relevante es que la pobreza hoy es principalmente urbana, siendo Lima la región más afectada.
Perú fue un caso de éxito en reducción de pobreza. En 2004 era de 59%, y fue bajando en los años siguientes por el crecimiento y llegó a 19% en 2019.Pero en 2020 la pandemia la disparó a 30%. Se esperaba que al terminar esta la pobreza bajaría, pero eso no ocurrió al ritmo deseado, y luego la inflación por la invasión rusa a Ucrania, los conflictos político-sociales, los fenómenos climáticos y los anuncios absurdos del gobierno de Pedro Casillo y sus ministros contra la inversión, además de las decisiones sistemáticas del congreso contra la sensatez económica, afectaron la marcha de la economía, dentro de un proceso que viene en paralelo a la inestabilidad política desde 2016.
La explicación más importante para el aumento de la pobreza es la falta de inversión privada, la cual sustenta el crecimiento que se expresa en más empleos, mejores ingresos y mayores oportunidades. El 80% de la reducción de la pobreza obedece al crecimiento; no más del 20% a programas sociales.
Quienes hoy más se exaltan por el alza de la pobreza son los que más se oponen a la inversión privada y terminan siendo, por ello, cómplices del descalabro social del que hoy se escandalizan, y del que no entienden nada.
En este sentido, la pobreza crece, pero la pobreza del debate sobre la pobreza en el Perú es aún más penosa.