Estamos considerando la teoría y práctica de la medicina tradicional o clásica, que ha funcionado y aún funciona en algunos lugares, pero que desde hace varios años este proceder experimenta cambios, los cuales en los últimos diez años son muy acelerados. Tales cambios se deben principalmente a la presencia y participación de la tecnología que avanza a ritmo veloz.
La relación médico-paciente es un aspecto especial que se incorporó en las culturas científica y popular, como uno de los códigos de respeto y consideración más preciados de la sociedad, pues se trata de la protección de la salud del individuo y la colectividad, condición sustantiva de la vida. Por los cambios que suceden en el mundo, el objeto de la medicina se está volviendo más complejo y hay que estar atentos.
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Recordamos al médico de cabecera que brindaba su servicio humanitario, en quien paciente y familia confiaban, de la sabiduría y poder de este servidor, que trabajaba para restablecer la salud del enfermo. Esta concepción ha sido impactada por el surgimiento del conocimiento técnico, percibiendo que la medicina es ahora más ciencia y tecnología y mucho menos humanitaria, sin menospreciar el elevado servicio.
En este contexto el crecimiento de la tecnología con su recetario y, especialmente con su aparataje, está removiendo todos los cimientos de atención del paciente y de la familia, en lo que se refiere a la concepción del trato humanitario, ligado a la esencia de la relación médico-paciente. Ahora la medicina es más técnica, fría, calculadora y comercial, pero menos afectiva.
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Entonces observamos que la atención del médico de cabecera que abordaba al paciente con ahinco, oyendo sus molestias, tomándole la temperatura, el pulso y la presión arterial, para luego examinarle, es reemplazada por otro enfoque, más técnico y frío, en el cual el paciente aparece rodeado de equipos que controlan diferentes sustancias corporales. Aquí el médico y otro personal miran la pantalla de un monitor que muestra resultado de los análisis del paciente.
Recordamos luego, en esta relación médico-paciente, que el ser humano vive e interactúa en diferentes niveles. Interactúa en individualidad, saca conclusiones, interactúa con su familia y obtiene opiniones, interactúa con la institución donde trabaja o estudia e interactúa en su comunidad, donde vive y se desenvuelve. Por ello se recibe el reclamo sobre la atención médica, para mantener una relación equilibrada entre razón y sentimiento, ahora difícil de sostener.
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Por todo lo anterior, resulta necesario observar a la salud-enfermedad en dimensión más grande por los cambios que se producen, convirtiendo a la medicina en objeto complejo, especialmente en las sociedades industrializadas o desarrolladas, por la participación de objetos artificiales. De esta manera aumenta la complejidad de la atención que sorprende al paciente y tiene que aceptar.
Analizando lo anterior, recalco que la atención médica se ve alterada y hasta violentada, con la participación de factores ajenos al servicio humanitario que requiere el paciente, quien pide ayuda estando enfermo. El aporte de normas y valores, vale decir de ética, permite ordenar y corregir esta relación, porque siempre debe estar presente el binomio Ética y Medicina en la atención del paciente. Pese a los cambios en la sociedad, es necesario garantizar la dignidad del paciente y no denominarle cliente, usuario o el 203, como ahora se hace.