“Madrid es hoy uno de los barrios más elegantes de Lima”. La frase ya tiene un buen tiempo circulando. Es hiperbólica, pero no engañosa. Muchos de los que pueden permitírselo han cambiado las angustias limeñas por la placidez madrileña, o al menos así se ve desde la distancia. La lista de los nuevos “gatos” peruanos, un apodo del siglo XXI, no deja de crecer.
París y Londres siguen siendo metrópolis encantadoras, pero costosas, y las vallas migratorias pueden ser más altas que en la península. Además está el asunto del idioma, que dificulta la vida en varias dulces capitales de la Unión Europea. Por estas consideraciones llegar a Madrid, más que a España, es una pedrada en ojo de boticario.
Lo que parece haber dejado de ser una ciudad encantadora es Miami, que es hacia donde emigraba el billete hasta hace poco. Un exceso de nuevos ricos y la proximidad a Lima habrían vuelto a La Florida vulgar. La clásica persecución del dinero viejo por parte del dinero nuevo, o más o menos nuevo, que desmanteló y fundó tantos barrios de Lima.
PUEDES VER: Guerras, hasta allí nomás, por Mirko Lauer
Pero el Perú no inventó el Madrid ficho. Se insiste en que mexicanos y venezolanos ricos llegaron primero, seguidos de colombianos y chilenos. Migraciones que han disparado los precios del M2 en los mejores barrios a 10 mil euros. Ahora la Lima elegante reside en Madrid, o por lo menos pasa frecuentemente por allí, y hace que se sepa aquí.
Miami perdió su cachet por un exceso de peruanos y un empacho de peruanidad. A cinco horas de vuelo, la familiaridad empezó a ser excesiva. Digamos que Madrid se ha vuelto una segunda oportunidad, y en castellano. La distancia y los precios ayudan a moderar las presiones de quienes vienen de más abajo, orgullosos de su paso por Cosas, y a veces Hola.
¿Cuál es el problema con la bella Lima? Con la llegada de Pedro Castillo y sus cuates muchos ricos han sacado sus capitales del Perú sin tener que mudarse a otra parte. Aunque suponemos que hay una comodidad especial en estar sentado cerca de un dinero salvado. Pero luego hay un hispanismo de charanga y pandereta que tiene su propio atractivo, en los toros, las tapas y, cómo no, las zarzuelas.