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Opinión

Paolo Guerrero y la inseguridad ciudadana

Se cierra la negociación sin resolver el problema de fondo de la región La Libertad

larepublica.pe
editorial

El desenlace de la negociación de Paolo Guerrero con el club Vallejo y su aceptación de los acuerdos futbolísticos no puede soslayar el tema central que generó el impase: la inseguridad ciudadana en la ciudad de Trujillo y en otras zonas de la región.

Se trata de una realidad que viven miles de personas que a diario resultan afectadas por la violencia y la ola de criminalidad que se ha desatado, y que ni la declaratoria de emergencia ni la mayor actividad policial y de las FFAA parece poder controlar.

Las cifras de muertes por sicariato, las detonaciones en locales de comercio, las cartas amenazantes, los pagos de cupos y los préstamos gota a gota colocan a Trujillo en una condición permanente de grave riesgo.  Las estadísticas permiten establecer que en el 2023 se produjo una muerte violenta cada 26 horas. En lo que va del 2024, ese promedio se ha duplicado.

La autoridad política en la región –y que resulta también siendo el representante del club deportivo– ha fracasado frente al reto de la criminalidad. Ahora podrá ofrecer la protección al jugador, pero no puede extender ese beneficio para los habitantes de La Libertad ni comprometerse a la pacificación.

Desde el 2006, en que APP, el partido fundado por César Acuña, logró ganar la Municipalidad de Trujillo, hasta la fecha, ha sido preponderante su presencia en toda la región. Ha ganado elecciones regionales y municipalidades y ha mantenido una presencia política gravitante.

Los problemas que afronta Trujillo o Pataz y otras zonas afectadas por la violencia en la región no corresponden a otras gestiones y no pueden ser atribuidos a errores de otros. Se trata de una responsabilidad que directamente atañe a APP y a las autoridades actuales, principalmente a César Acuña. La seguridad ciudadana es, por tanto, responsabilidad de él y de sus funcionarios. Está muy bien que Guerrero tenga todas las garantías para vivir y jugar. Este mismo derecho le asiste a toda la población de La Libertad, que confió en Acuña y sus promesas electorales.