El País despidió hace un mes a Mario Vargas Llosa por su retiro como columnista tras 33 años escribiendo en ese diario y siete décadas en este oficio, y anteayer el mismo medio informó que ‘despedía’ a Fernando Savater, quien escribió una columna ahí desde su fundación, pero no por opción del filósofo, sino porque su directora, Pepa Bueno, lo echó por sus discrepancias con el diario y sus críticas abiertas a este.
Un director tiene, sin duda, el derecho de hacerlo, pero con el deber de informar al lector, por respeto a este, sus motivos. Este columnista, por ejemplo, cuando dirigía Perú.21, despidió a uno muy leído que condicionó su permanencia a que otro periodista no escribiera ahí. Le di las gracias, le dije adiós, y les expliqué a los lectores que, en ese diario, a los columnistas solo los elegía el director. Hoy ambos periodistas están reconciliados y aparecen juntos en televisión con bastante frecuencia.
Savater, filósofo de gran prestigio con libros fundamentales como Ética para Amador, fue columnista en El País por 47 años, pero su relación se fue tensando por la defensa incondicional de este medio al gobierno del PSOE de Pedro Sánchez. “Portavoz del peor gobierno de la democracia”, dijo Savater. Coincido con la crítica del filósofo.
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Anteayer, en una entrevista en El Mundo, Savater reiteró su crítica, y la directora de El País lo echó. Creo que es un error y grave. Un columnista inteligente que discrepa de la posición editorial del medio lo enriquece a este al ofrecer al lector una visión plural. Es, además, expresión de tolerancia y respeto por los puntos de vista diferentes.
Un columnista, a su vez, le debe respeto al medio que lo acoge y, por tanto, no tiene por qué rajar de este, más allá del mal gusto cada vez más extendido de hacer periodismo de periodistas, condenando al que discrepa de uno.
Pero el agradecimiento no implica ser acólito del medio. Opinar con independencia es la clave del oficio. Como aconsejó Vargas Llosa al retirarse de columnista a los jóvenes que se inician en la prensa diaria: “Decir y defender su verdad, coincida o discrepe de lo que el diario defiende editorialmente”.
El diario que no lo entienda cava su tumba, y el columnista que alinee su opinión a la del medio solo para salvar el empleo estará haciendo lo mismo.