2024 será el año en que más gente votará en la historia de la humanidad. La democracia más antigua, los EEUU, y la democracia más poblada, la India, votarán, junto con unos cincuenta países más. En total, cerca de 4 millardos de personas ejercerán su derecho al voto. Pero basta considerar el estado de la democracia en los dos países ya mencionados para notar el contraste: la India pasa por un giro autoritario, con un premier hinduista que no tiene interés en fomentar la discusión pública sino en afirmar el nacionalismo religioso; los EEUU bien pueden elegir a un dictador en potencia.
Todo esto es parte del proceso de deterioro democrático que afecta a países ricos y pobres, con democracias consolidadas y emergentes. Este deterioro implica que la ciudadanía no confía en la democracia como un sistema que garantice el bienestar y la seguridad, y el crecimiento del atractivo de populismos autoritarios que ofrecen “soluciones” que no son más que afirmaciones que ciertos grupos sociales buscan ante las amenazas percibidas a su posición en la sociedad.
Esto incluye también casos como el de Holanda, un país con una democracia basada en consenso que votó por un populista racista como primera opción el 2023; una tendencia creciente en Europa, donde muchos grupos de la sociedad reaccionan a la presencia de inmigrantes, la política identitaria y la urgencia de combatir la crisis climática, con una afirmación de sus intereses, una intención reaccionaria de restaurar el pasado confortable que les aseguraba no solo bienestar material sino seguridad moral e ideológica.
Estas tendencias generalizadas: la migración económica, a veces forzada por el deterioro climático y alentada por la percepción de una vida mejor en países ricos; la política identitaria, que parece forzar la aceptación de cambios sociales que postergan la atención de problemas materiales concretos; y las presiones de la crisis climática, que trastornan las seguridades económicas; son factores de importancia en todo el mundo. La manera como estos factores se configuran nacionalmente influye, naturalmente, en cada elección.
En el Perú, estos factores no están siendo considerados como explicaciones del deterioro democrático pero pueden entenderse como elementos que facilitan o complican la viabilidad de la democracia. La presencia de congresistas ultraconservadores tiene que ver con la sistemática respuesta antiidentitaria que ha sido promovida globalmente para sostener “la familia”, por dar un caso.
Aunque no tengamos elecciones, estas tensiones definen la política global. La defensa de la democracia, su viabilidad, implica identificar cómo se usan dichas tensiones localmente, y buscar como resistirlas.