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Opinión

Piura, la ciudad perdida en el caos (II Parte), por Pedro Castro Balmaceda

"Con capacidad de gestión, honestidad y transparencia todo es posible, el problema está en encontrar a las autoridades adecuadas que puedan sacar a Piura del despeñadero en el que nos dejaron las que –por desgracia y nuestros votos– fueron nuestras autoridades".

larepublica.pe
CASTRO

Las fiestas de fin de año llegaron cargadas de unas madrugadoras lluvias que –de no ser por los aniegos y la desdichada realidad con la que despertamos los piuranos al día siguiente– nadie tendría por qué darse cuenta de que el periodo de lluvias de verano ha llegado; pero la situación de la ciudad es tan crítica, que una pequeña garúa desnuda por completo la infamia de carencias en la que vivimos, y –peor aún– con la que nos hemos acostumbrado a vivir y convivir.

Cómo podemos soñar con ser un atractivo turístico, más allá de nuestras playas, si es que el turista debe transitar por una avenida Grau sucia y polvorienta, con las veredas resquebrajadas, sin rampas de acceso para sillas de ruedas, sin personal policial que cuide a los transeúntes, sin un solo gramo de señalización y tomada por la informalidad.

Es tan complicado emitir una ordenanza municipal donde se norme que toda empresa o comercio afincado en el centro de la ciudad de Piura deba encargarse –obligatoriamente– de la limpieza de su frontis y el cuidado de los jardines frente a su comercio, a efecto de recibir una multa o, en caso cumpla, la reducción correspondiente en el tema de los impuestos prediales. Si la municipalidad no puede mantener algo tan elemental como la limpieza y áreas verdes del centro de una ciudad, creo que es conveniente darle paso a medidas urgentes –y circunstanciales– para poder salir de la anarquía.

¿O acaso el alcalde de Castilla –que debe vivir en una burbuja– cree que algún turista, siquiera pensaría en recorrer las calles de su sector, si el primer paisaje fuera del aeropuerto es una avenida Progreso adornada por pestilentes bolsas de basura, colchones quemados, escombros, pistas destruidas y drogadictos que han tomado las esquinas como zonas liberadas? ¿Es tan difícil hacer cumplir la ley y multar a esas personas que llevan años zurrándose en las normas? Un poquito de sangre en la cara para el alcalde Castellano y sus regidores.

Con capacidad de gestión, honestidad y transparencia todo es posible, el problema está en encontrar a las autoridades adecuadas que puedan sacar a Piura del despeñadero en el que nos dejaron las que –por desgracia y nuestros votos– fueron nuestras autoridades.

¡Y que este 2024 nos encuentre despiertos, alertas y contestatarios!