Hay que reconocer que la sociedad argentina no la tiene fácil en la votación por la segunda vuelta presidencial el próximo domingo. La campaña y el debate entre Massa y Milei el domingo parece haber dejado en claro que, si de un lado, había una opción estructurada y una apuesta por constituir un gobierno de unidad nacional (Massa), del otro, (Milei) se estaba ante un encendido verbo con ideas bastante cavernarias y muy poco “liberales”.
Peligrosísimas apuestas en el lado de Milei, provocaciones inconstitucionales (desaparecer el Banco Central, cortar el comercio con Brasil y China, etc.) que llevarían a la Argentina a un suicida salto al vacío y que sólo serían viables pasando por encima de la Constitución (sin tener mayoría en el Congreso). Inviable. Que conducirían a “ningunear” las relaciones con China, principal mercado de exportación nada menos que de la carne y soya argentinas, haciendo ese comercio en la práctica imposible.
La consecuencia sería el desempleo de 2.5 millones de argentinos/as de cerrarse los inmensos mercados chino y brasilero por una majadería. Ni al extremista Trump, en sus peores momentos se lo hubiera ocurrido proponer algo así.
PUEDES VER: Jaime Bayly tras publicar los cortes censurados de la entrevista con Milei: "Lo hice para protegerlo"
De manera que lo que está en disputa este domingo, más allá de lo aparente no es una tensión izquierda/derecha o estatismo/liberalismo, como pretenden algunas personas confundidas por el mote de “libertario” que se autoasigna Milei. Aceptar irreflexivamente tal calificación es no haber escuchado o leído a Milei. Y no tener en cuenta, además, que el discurso de Massa a lo largo de la campaña no ha sido nada “estatista” ni radical. Aunque si ha dicho, por ejemplo, que no se puede liquidar la seguridad social. Algo elemental en cualquier país y más en uno como Argentina en donde millones de personas dependen de la seguridad social. Y que se puede y debe seguir comerciando con todos los países del mundo.
No hay, pues, en esencia, tal disyuntiva liberalismo/estatismo en la elección de este domingo. Hay al menos tres componentes claves de la campaña del “liberal” Milei que no permiten pensar que su discurso primitivo proyecta liberalismo alguno. En sus tumbas deben estar moviéndose con horror los grandes del pensamiento liberal , John Maynard Keynes, Friedrich Hayek, Milton Friedman, Isaiah Berlin o Karl Popper, ante el discurso antihistórico de esta negación, de pies a cabeza, de lo liberal.
Sorprende mucho que políticos autoproclamados “liberales” hayan salido estos días en defensa de este personaje antihistórico. Tres perlas, entre muchas otras que podría mencionar…
PUEDES VER: Javier Milei es comparado con los dictadores Pinochet y Videla por Gustavo Petro: “La barbarie”
La primera: negar algo tan contundente, grave y archiprobado como es el calentamiento global. Que está arrasando con lo que queda de medio ambiente sano en el planeta y que debe llevar a generar políticas públicas adecuada para enfrentarlo.
Negar el calentamiento global es tan grave e irresponsable como negar la ley de gravedad. Que está produciendo ya a impactos serios en la infraestructura, la agricultura, la salud humana y los ecosistemas. Destruyendo la biodiversidad, propagando enfermedades, impulsando desplazamientos de millones de personas.
La segunda, negar evidencias de la historia como que en la Argentina una de las dictaduras más crueles de la historia (1976-1983) produjo más de 30 mil desaparecidos, arrasando con la vida y derechos de decenas de miles de personas. Y que la democracia llevo, después, a que actuara una justicia independiente y ejemplar, con pleno derecho a la defensa y todas las garantías. Que condenó, finalmente, a Videla y Massera, a cadena perpetua, de los dictadores más siniestros de la historia latinoamericana.
Nada de esto existe en la visión tubular de la historia de Milei. Lo que podría llevar entonces, a una peligrosa lógica que retrotraiga la historia. Negar que hay miles de desaparecidos -dato de la realidad, guste o no- que tienen que seguir siendo buscados. O volver hacia una formación en los cuarteles como la que permitió los horrores de la dictadura y a negar que se cometieron crímenes desde el Estado en los que murieron decenas de miles de personas.
La tercera: negar cualquier papel y obligación del Estado, como las varias establecidas en la Constitución. Lo que refiere, por ejemplo, a asuntos como la seguridad social, la seguridad ciudadana, un sistema de justicia, una educación pública (que la ha habido de calidad, por décadas, en la Argentina), la protección del medio ambiente y un sistema de salud pública que no es perfecto, pero que le da un respiro a los más pobres.
Es muy probable que Milei pierda este domingo. Y, con ello, Argentina, se habrá salvado de una ruta irresponsable y demagógica que requeriría, primero, arrasar con todos los visos de constitucionalidad vaya uno a saber cómo. El camino de Massa podría ser descorazonador para quienes buscan un milagro. Pero, acaso, el más razonable dentro de un marco de la unidad nacional que planteó Massa en el debate del domingo en torno a lo cual muchas correcciones de fondo tendrían que ser diseñadas y aplicadas.