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Opinión

La pugna entre EE. UU. y China en nuestra región, por Ariela Ruiz Caro

“China y Rusia están intentando, por todos los medios, reemplazar a Estados Unidos como socio preferente en el continente”.

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RUIZ CARO

Dos cumbres presidenciales, impulsada una por China y la otra por Estados Unidos, han expuesto la creciente pugna entre ambas potencias. La primera, realizada en Beijing a mediados de octubre, celebró el décimo aniversario de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), creada el mismo año en que Barack Obama lanzó el Acuerdo de Cooperación Transpacífico (TPP), del que Donald Trump se retiró en enero de 2017. Este acto marcó un punto de inflexión en la práctica comercial liberal de ese país.

La cumbre del BRI, también conocida como Nueva Ruta de la Seda, es una propuesta de China con el objetivo de conectar el mundo mediante la modernización y construcción de infraestructuras. En la tercera edición, la Cumbre contó con la participación de delegaciones de más de 140 países, pero un número reducido de presidentes, entre ellos Gabriel Boric, de Chile, y Alberto Fernández, de Argentina. El discurso inaugural de Xi Jinping hizo hincapié en los principios de cooperación y precisó que el espíritu de la Ruta de la Seda es de paz y cooperación, apertura e inclusión, aprendizaje recíproco y beneficio mutuo.

La primera cumbre de la Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas (APEP) de la que participan, además de EEUU, 11 países de la región (Barbados, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, Perú, Uruguay, Panamá y México) se realizó el 3 de noviembre. Esta Alianza fue lanzada por el presidente Biden durante la deslucida Cumbre de las Américas de Los Ángeles, en 2022, a la cual solo asistieron 23 de los 32 países del continente americano.

La propuesta no es novedosa. Donald Trump propuso en agosto de 2019 la Iniciativa América Crece, que ofrecía más o menos lo mismo: el BID y la Corporación Internacional Financiera de Desarrollo de Estados Unidos pondrían a disposición millones de dólares para la construcción de infraestructura sostenible, tecnología digital y el suministro de cadenas críticas en el continente. El presidente Biden dijo que, así, nuestros vecinos más próximos “podrían elegir entre la diplomacia de la trampa de la deuda china y enfoques transparentes de alta calidad para las infraestructuras y el desarrollo”.

El día anterior a la cumbre de la ASPA, la general Laura Richardson, jefa del Comando Sur, se refirió al peligroso interés de las empresas estatales chinas en infraestructura crítica y extracción de recursos en la región. Dijo que “China reúne sus instrumentos de poder en una bonita caja llamada Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), que 22 de 31 países en esta región han firmado… Pero existen muchos ejemplos de la iniciativa en todo el mundo que son casos de extracción, algo distinto a la inversión”.

Dijo también que cinco países en la región tienen 5G, mientras que 24 tienen 3G o 4G de China y advirtió que esas redes son vulnerables al robo de datos y al espionaje global a un nivel que no se ha visto antes, que su Gobierno tiene conversaciones muy francas con los Gobiernos y recomendó “una solución occidental como Nokia, Samsung o Ericsson, proveedores de confianza”.

Finalizó diciendo que China y Rusia están intentando, por todos los medios, reemplazar a Estados Unidos como socio preferente en el continente. Excluyendo a México, el comercio de China con nuestra región pasó de 12 mil billones de dólares en 2000 a 430 mil billones en 2021. EEUU sigue siendo el primer socio comercial del continente, pero China es el primer socio comercial de América del Sur.

La recientemente creada APEP no tiene condiciones para prosperar. Solo forman parte un tercio de países del continente. El enorme déficit fiscal y la emisión monetaria en EE. UU. para financiar guerras —que el mundo sostiene al comprar sus bonos del Tesoro— encuentran límites con el creciente uso de monedas locales en el comercio bilateral entre algunos países. Las propuestas que se barajan en el BRICS y un eventual embargo petrolero de la OPEP como respuesta a la masacre del Gobieno israelí en la Franja de Gaza podrían acelerar la vulnerabilidad de la primera potencia mundial. En este escenario, países como el Perú requieren un posicionamiento externo desideologizado y soberano que apunte solo a sus intereses económicos.