Otra más del Congreso. Ahora la parlamentaria Tudela quiere aprobar una ley para restringir los apoyos públicos al cine. La exposición de motivos del proyecto 05903/2023-CR contiene un discurso superideologizado, promercado, que no entiende las diversas funciones que cumple el cine en una sociedad y que no valora la diversidad cultural de nuestro país.
El cine es una industria, pero también un arte y un medio para documentar las realidades de un país y su historia viva. Es un sector importante para la construcción de la identidad nacional, o mejor, de las identidades nacionales. Desde EE. UU. hasta Corea, desde Francia hasta Brasil, en el mundo los más diversos países lo entienden así y tienen fondos importantes y otros estímulos para financiar películas que quizás de otra manera nunca se hubieran hecho.
No tiene sentido una política puramente comercial para un sector con estas características. Reducir el cine a lo comercial demuestra una superideologización de algunos sectores políticos.
En el Perú, actualmente, el Estado apenas invierte 28 millones de soles al año en estímulos para el cine, un irrisorio 0,01% del presupuesto nacional. Y gracias a ese pequeño aporte público hemos tenido producciones que probablemente nunca se hubieran realizado bajo una lógica comercial, como Wiñaypacha, premiada en el Festival de Guadalajara, que retrata la dura realidad de los adultos mayores en las zonas rurales.
Si a la señora Tudela no le gustan los idiomas indígenas o los temas que tratan los cerca de 70 largometrajes anuales que están produciendo los cineastas peruanos, le recomendamos que —en vez de impulsar una ley nefasta— prepare un guion sobre los temas que a ella le gustaría ver en pantalla grande y lo presente a los concursos que asignan estímulos públicos. La idea es expresar nuestras diversas culturas y maneras de ver el mundo.