Esta semana la fundación Mozilla publicó un estudio sobre privacidad de datos en cuanto a fabricantes de automóviles, y, honestamente, los resultados son peor que una película de terror. De las 25 marcas que analizaron (BMW, Nissan, Subaru, Honda, Mercedes, Toyota, Ford y otras), el 100% tenía problemas graves.
Desde los años 80, todas las marcas incluyen algún tipo de procesador en los vehículos. Típicamente esa información estaba totalmente desconectada, y solo se accedía a ella por un mecánico en el taller para un diagnóstico.
Hoy no es así.
En la última década, ofrecen un servicio de “vehículo conectado”. En varios países, el fabricante instala un paquete de datos simplificado —independiente del servicio de celular que uno tenga— para recibir ayuda en casos de emergencia (e. g. abrir las puertas remotamente si te olvidas la llave) o actualizar el software interno. Estos servicios se usan en conjunto con un aplicativo del vehículo que se recomienda instalar en nuestros teléfonos (que, de paso, es otro sensor conectado que permite enviar datos al fabricante).
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La data recolectada individualmente puede parecer inofensiva. Pensar esto es desconocer el proceso de “data enrichment”, que, combinado con otras fuentes y el análisis subsecuente de patrones de uso, pinta un perfil muy detallado. La información demográfica y financiera que se dio cuando se compró el vehículo se puede combinar con tu ubicación y patrones de manejo que pueden indicar dónde vives/trabajas/estudian tus hijos, preferencias musicales/noticieros. Todo viene del auto, tu aplicativo y otros datos comprados a otros proveedores. Varias de estas señales se utilizan para inferir gustos, habilidades, voz, puntos de vista políticos, salud, etc. Pero ¿para qué? El 84% de esta data es vendida por los fabricantes. Se estima que este mercado global va a llegar a más de US$300 millones en 2030.
Optar por que esta data no sea recolectada puede ser algo complicado, que se borre de sus servidores aún más. La mayoría de las personas nunca lo intentarán. Pero lo escalofriante es que en los últimos años hemos visto cómo fabricantes exponen esos datos públicamente por errores técnicos frecuentes (VW con 3,3 millones de afectados, Toyota con 2,15 millones, Mercedes con 1,6 millones, etc.).