Uno. Brasil. A decir verdad, Lula la tuvo más difícil con Maduro que con Boluarte: le llovieron críticas en la cumbre sudamericana de mayo por arropar a un régimen que carga con cientos de ejecuciones extrajudiciales, según el Alto Comisionado de Naciones Unidas. Y porque Venezuela está más presente en el radar político brasileño.
Salvo Vivi Reis, exdiputada federal del PSOL (a la izquierda del partido de Gobierno, PT) que protestó contra la presencia de Dina Boluarte en la cumbre de Belén, hay que decir que la suya no fue una presencia que recibiera titulares. Por lo demás, la peruana no tenía una agenda amazónica que apuntalar. Vino a tomarse la foto con Lula y poco más.
Las líneas de la geopolítica energética brasileña pasan por alto “daños colaterales” como el deterioro de los derechos humanos en la región. En la cumbre, Brasil buscaba una declaración conjunta de los países amazónicos sobre la descarbonización de la economía global y las obligaciones de la UE, China y Estados Unidos de financiar ese cambio energético en nuestros países. Se trata de fondos colosales, uno de estos por US$100,000′000,000 anuales.
Más aun, Lula busca que los países amazónicos y otros con selvas tropicales, como Indonesia, formen un bloque de presión bajo su liderazgo que tome la iniciativa en la agenda COP28.
(Que Brasil proclame preservación de la selva y al mismo tiempo anuncie que no suspenderá los trabajos de exploración de petróleo, hace parte de las flagrantes contradicciones de esta cumbre).
Dos. Estados Unidos. El presidente Joe Biden saludó a la mandataria peruana por 28 de julio. De momento, Biden hace oídos sordos a la carta que quince congresistas del Partido Demócrata han dirigido al secretario de Estado Antony Blinken por el severo deterioro de la democracia en el Perú.
Tres. Unión Europea. La declaración de la cumbre de la UE, América Latina y el Caribe (Celac) de julio hace mención de la crisis de seguridad en Haití, del “diálogo constructivo” sobre Venezuela y expresa su apoyo al proceso de paz en Colombia. Ni una línea sobre los dramáticos sucesos en el Perú.
En definitiva, en la puja de la UE y Estados Unidos de un lado y China de otro por afianzar sus intereses energéticos en América Latina, las consideraciones de derechos humanos y democracia pierden peso.
Hoy, el Perú depende sobre todo de la iniciativa de los peruanos para buscar salidas. De ahí la importancia de convocarnos alrededor de la voluntad popular: “Elecciones generales” (80%) con reformas políticas, justicia. A contramano, el Comando Unitario Nacional de Lucha persiste en “cierre del Congreso”, paraguas que acoge una diversidad de demandas que así juntas no suman políticamente (¿clausura forzada del Legislativo? y también ¿restitución de Castillo?, ¿elecciones generales?) y, por eso, terminan restando en la calle. ¿Se insistirá en esta consigna inconducente? No queda mucho tiempo.