En las últimas semanas, un sector manifiesta una profunda preocupación por la situación económica de Petroperú. Señalan que la débil situación financiera de la primera empresa del Estado, transitoria pero innegable por cierto, le impide ingresar a otras actividades del circuito petrolero. También esgrimen forzados argumentos legales.
Lo que no se dice es que en el ámbito de los hidrocarburos el eslabón más importante, y que redime mayores ingresos, es la explotación de hidrocarburos, que no es lo mismo que exploración, que sí supone inversiones de riesgo.
Pero este no es el caso, pues la decisión del Estado –como ha reconfirmado el ministro del sector a este medio– es que Petroperú ingrese a lotes de explotación de Talara cuando sus contratos expiren (¿estatización?), lo cual será dentro de pocas semanas. Esto, además, ha sido recomendado por la consultora internacional Arthur D’ Little, a quien hasta la fecha nadie se ha atrevido a rebatir.
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Tener el manejo de unos 20.000 barriles de petróleo diarios le permitirá a la empresa de todos los peruanos extraer su propio petróleo a costo de producción, pues ingresará a un negocio en marcha. En buen cristiano: del mismo cuero, saldrán las correas.
Hasta la fecha, Petroperú compra todo el petróleo que se produce alrededor de su refinería en Talara, pero también importa petróleo y combustibles hasta por 100.000 barriles, pagando el precio internacional.
Por ello, resulta extraño cuando se afirma que Petroperú está al borde del abismo financiero, pero se está a favor de que la estatal siga gastando una millonada comprando toda la producción local a precio internacional. Qué curiosa preocupación de estos “analistas”.