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Opinión

Racistas sin notarlo, por Raúl Tola

La ‘U’, en cambio, intentó dar excusas, incluso jugar a la victimización. Estos esfuerzos terminaron con la publicación de un video que mostraba a su preparador físico en flagrancia”.

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TOLA

No es casualidad que la misma semana coincidieran la detención en Brasil de Sebastián Avellino, preparador físico de Universitario de Deportes, y la aparición de “Cholo por un día en la Universidad de Lima”, una publicación de TikTok donde, queriendo ser gracioso, un estudiante se viste con poncho y chullo para reproducir, uno tras otro, todos los estereotipos racistas vinculados a la gente del ande peruano.

Aunque lleva años y se actualiza permanentemente, el combate contra el racismo siempre es insuficiente.

Unos meses atrás, España se vio conmocionada por el joven astro brasileño Vinícius Júnior cuando, harto de soportarlos domingo a domingo, se quejó por los cánticos racistas que los hinchas del Valencia le lanzaron desde las tribunas del estadio de Mestalla. Sus declaraciones abrieron un debate de semanas en la radio, los diarios, la televisión y las conversaciones privadas: “Lo siento por los españoles que no están de acuerdo, pero hoy, en Brasil, España se conoce como un país de racistas”.

La legislación brasileña lleva años endureciendo sus penas contra el racismo.

Esta política a partir de una toma de conciencia por la profundidad de un problema histórico, que por siglos normalizó el desprecio por el origen, la apariencia y el color de la piel.

Una prueba la tuvimos en 2014 cuando, durante un partido por la Copa Libertadores entre Real Garcilaso y Cruzeiro, los hinchas peruanos se dedicaron a imitar ruidos de mono cada vez que el mediocampista Tinga tocaba el balón. La indignación en el Brasil fue fulminante y comenzó con la propia presidenta Dilma Rousseff, que publicó un mensaje que, por entonces, desconcertó a muchos: “Fue lamentable el episodio de racismo contra el jugador Tinga, del Cruceiro, en el partido de ayer en Perú. Estamos todos con Tinga”.

Ante un hecho de racismo, hay dos posibles reacciones. Luego de conocerse la publicación de su estudiante, la Universidad de Lima publicó un comunicado breve pero tajante, por el que se reafirmaba en los valores del respeto, la honestidad, la libertad y la responsabilidad, condenaba las conductas discriminatorias y anunciaba el inicio de un proceso disciplinario. La “U”, en cambio, intentó dar excusas, incluso jugar a la victimización. Estos esfuerzos terminaron con la publicación de un video que mostraba a su preparador físico en flagrancia, haciendo los gestos simiescos que motivaron su detención preliminar.

Ocurre que, a pesar de la seriedad de un debate de esta naturaleza, sobre un tema que ocasiona división, exclusión y muerte, y se esconde detrás de algunos de los peores males nacionales, muchos peruanos siguen pensando que se trata de una exageración, y son incapaces de llamar a las cosas por su nombre o de identificar un gesto de discriminación, aunque sea público y ocurra en esferas como la política o el deporte. Ahora volvemos a ver las consecuencias de relativizar, ignorar o tomarse a la ligera un asunto tan grave. Lo que en el Perú sigue siendo objeto de broma, en Brasil es motivo de cárcel.