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Opinión

No al matrimonio infantil

No existe ninguna razón con evidencia científica o legal que justifique a las niñas-esposas.

larepublica.pe
EDITORIAL

La prohibición del matrimonio infantil en el Perú logró casi plena aprobación en la Comisión de Justicia, con 15 votos a favor y una abstención. Avanza así, indetenible, a ser aprobada en el Pleno del Congreso de la República. Parece una norma que debió estar hace mucho tiempo en nuestros códigos, pero ahora todo apunta a que será una realidad.

El matrimonio entre un adulto y una menor de edad está aún hoy permitido. Se trata de una práctica que se quiere asumir como cultural, pero que en realidad oculta abusos y una larga cadena de errores del propio Estado, que no ha sido capaz de proteger los derechos de niñas y adolescentes.

En el Reniec se registran matrimonios de niñas desde los 11 años, pese a lo ilegal de la situación. La ley que se pretende aprobar pondrá la barrera en los 18 años.

Aunque se ha pretendido incorporar en la discusión la tradición cultural de niñas-esposas en algunas zonas del país, es sumamente importante que el enfoque sea de protección de derechos humanos para garantizar la vida y la salud de las menores.

El embarazo adolescente y todos los riesgos que entraña, como resultado de la violencia doméstica que suele ser el origen de estos matrimonios infantiles, utilizados como cortinas para ocultar violaciones; generan la pérdida de los derechos a la educación, a la libertad y a gozar la infancia. Esos son los peligros que acechan a las niñas-esposas.

Por ello, resulta indispensable que el congresista José María Balcázar de Perú Bicentenario reciba una firme respuesta de la sociedad. No es cierto que las niñas de 14 años “maduran” y “desarrollan” con relaciones sexuales con hombres de 48. No hay ninguna razón ni científica ni legal que ampare esa situación. Es un delito, es abuso infantil, y tiene que ser perseguido y sancionado, porque se trata simplemente de pedofilia.

Haría bien el congresista en analizar la falsedad que está difundiendo y que se aproxima más a la apología del delito que a una discusión que corresponde promover a la sociedad organizada para erradicar de nuestra historia estos matrimonios forzados, que obligan a las menores a asumir responsabilidades y compromisos que, por su edad, no están en capacidad de asumir.