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Opinión

El Ministerio Público: algo se pudre ahí, por Augusto Álvarez Rodrich

No ha estado a la altura del gran desafío de la corrupción.

larepublica.pe
AAR

La investigación a Rafael Vela y José Domingo Pérez no solo es injusta, sino otra expresión de la podredumbre en una institución clave como el Ministerio Público para la lucha contra la corrupción, por su uso al servicio del interés particular, subalterno y político.

Los investigan por declarar a los medios que la fiscal de la nación, Patricia Benavides, no tiene vela en el entierro de Alejandro Toledo, a propósito de su figuretismo cuando lo extraditaron.

Benavides, de paso, después de su valiente actuación frente a Pedro Castillo —tras la tímida posición de Zoraida Ávalos—, tuvo un papel accidentado al librar de apuros a su hermana, y por no mostrar su tesis para evitar el escarnio.

Pero Vela y Pérez no se salvan de responsabilidad por un desempeño en los casos lava jato que, al inicio, produjo la gran ilusión de que se hiciera justicia en uno de los procesos de corrupción más graves del país y que generaron un sólido respaldo —como el de esta columna— cuando el exfiscal Pedro Chávarry los quiso destituir.

Pero más de seis años después, sus resultados son frustrantes, con escasas acusaciones, sin condenas relevantes y un alud de arbitrariedades contra muchos, mediante prisiones preventivas y medidas que han dañado profundamente a un gran número de personas, al incluir en las investigaciones a gente inocente solo porque tiraban la red a ver qué pasaba.

Los atropellos son enormes, desde, por ejemplo, el economista Alberto Pasco Font, o el ensañamiento evidente con el expresidente Pedro Pablo Kuczynski, por solo mencionar un par de casos. En el camino, además, usaron a un sector de periodismo para negociar su respaldo y complicidad con sus atropellos a cambio de ‘primicias’.

La politización del ministerio público ha sido a veces escandalosa. En los casos antes mencionados, o en la jugada en pared con el Congreso para orquestar la vacancia de Martín Vizcarra; quien, de paso, hizo lo mismo con las fiscales de los ‘Cuellos Blancos’.

Fiscales que quisieron ser Baltasar Garzón o José Ugaz, pero que hoy administran un fracaso del que ya se quieren bajar para mudarse a otros espacios de la justicia. Lo peor es que se volverá a defraudar la ilusión de la gente de que alguna vez se haga justicia en el país.