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Opinión

Tradición de la ruptura


larepublica.pe

Una antigua discrepancia guardo con mis colegas de la prensa respecto a quién es el mejor periodista peruano. Unos opinan que Thorndike, otros que Mariátegui y algunos que Hildebrandt. Yo creo que el mejor es Ricardo Palma, quien cultivó prácticamente todos los géneros: poesía, novela, drama, sátira, crítica, crónicas y ensayos de diversa índole. Palma fue un escritor romántico, costumbrista, tradicionalista, periodista y político peruano. Y esta son mis razones.

Que ya no los hacen como él. Parafraseando a Víctor “Tito” Hurtado, yo también soy un vanguardista del pasado, un adelantado de la inmemoria, un precoz de lo añejo. E insisto, en música también; en comidas y bebidas, más. Y no digo del amor, soy romántico sin roma. No soy un pasadista, soy un pesado sacando brillantez a lo rancio.

Así hubiese sido un gran gerente de una tienda de antigüedades o de un mall de la melancolía. Por ello, reivindico a los maestros, esos que escribían de universos quiméricos, los de canciones enternecedoras, los de potajes inmarchitables. Me gustan la estridencia del cine mudo, las películas del cine noir y las estrellas lascivas de las cintas lujuriosas. Por ello, visito casi siempre al escritor peruano Manuel Ricardo Palma Soriano, como celebración en espacio intersticial de su existencia, y me regodeo con la modernidad de su pasado.

Y es injusto ese saber de su lado casi público porque debe saberse que Palma fue un apasionado de las causas populares, de la riqueza genuina de los lenguajes del pueblo y un insurrecto del trenzado textual de una nueva forma de escritura. Hay que reconocerle, además, su más de medio siglo trabajando en sus “tradiciones”, un género eminentemente americano salpimentado por su dosis de humor e ironía, y a su atención al uso de la oralidad y un lenguaje agraciado y satírico, de retruécanos y paráfrasis, de equilibrio idiomático nativo y de neologismos al mejor estilo de César Vallejo, lo que habla de profundidad en el tema lingüístico.

Insistiré que Ricardo Palma es al periodismo lo que Vallejo a la poesía: un descomunal aventajado. Aquel que revise su obra completa quedará más que patidifuso por la vastedad de sus textos que se originan por su ADN de escritor integral, infectado por el virus del periodismo. No, Palma es un verdadero revolucionario del periodismo no solo en sus “tradiciones”, sino en la tradición de la ruptura. Palma fundó el Nuevo Periodismo y no Tom Wolfe.