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Opinión

¿Qué es monotonía?

“Shakira no llega a ofrecer un cadencioso ritmo como el de ‘Te felicito’, pero sí le arroja a la audiencia una palabra de autoridad agobiante: monotonía”.

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Shakira logró acumular más de 330.000 reproducciones en solo una hora. Foto: composición de Gerson Cardoso / La República

En su última canción —cuyo protagonismo comparte con Ozuna—, Shakira no llega a ofrecer un cadencioso ritmo como el de “Te felicito”, pero sí le arroja a la audiencia una palabra de autoridad agobiante: monotonía. Y aunque el diccionario de la RAE posea una formalidad separada de métricas y escándalos de celebridades, sus acepciones reúnen vida e hipótesis: “uniformidad o igualdad de tono en quien habla, en la voz, en la música” y “falta de variedad en cualquier cosa”.

En esta época y en pasadas, ambas extensiones significativas han funcionado como materia clave de productos artísticos. “Que el amor no es esclavo del reloj y la rutina mata lo que toca”, entonaba José Luis Perales hace más de dos décadas. Sin embargo, en 2020, con el amparo de las medidas sanitarias para evitar la propagación de la COVID-19, el miedo frente a una monotonía ya no solo ocupaba el horizonte sentimental, sino también el más privado, el individual.

Los días de cuarentena —caracterizados por principios y finales iguales— encendieron las alarmas de la ansiedad, del estrés, de las fobias. Para algunos, ni el temor al virus era tan alto como el que se despertaba con el ejercicio del sobrepensamiento. Este ‘busy brain’ ahora es un mal que discrepa con el bajo registro de casos y la liberación progresiva de las mascarillas. Está afincado, dura más que un hit y persigue como los paparazzis a las figuras públicas.

Monotonía es, entonces, además de un título musical vinculado al desamor, una de las sendas que recuerda la presencia de ese silencioso y masificado efecto de la pandemia: el pavor a la paralización, a aquello definido por el instituto cultural como “detener, entorpecer, impedir la acción y movimiento de algo”.

Después de dos años de cortapisas, solo la breve mención asusta. Por eso ahora que la palabra convive en la piel social al compás de la bachata —”No fue culpa tuya ni tampoco mía, fue culpa de la monotonía”—, para algunos oyentes existe una única reacción: guardar bajo llave el corazón, sonreír y caminar rumbo al norte. Mismo cierre de videoclip.