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Espectáculos

Carlos Soraluz: ¿cómo pasó de la timidez a cantarle al desamor en Armonía 10?

El respetado exvocalista y actual leyenda de la cumbia peruana sostuvo una charla con La República y habló sobre la posibilidad de regresar a los escenarios de La Primerísima.

Carlos Soraluz es uno de los intérpretes más representativos de Armonía 10. "La duda" conforma su repertorio. Foto: Facebook / composición de Gerson Cardoso / La República
Carlos Soraluz es uno de los intérpretes más representativos de Armonía 10. "La duda" conforma su repertorio. Foto: Facebook / composición de Gerson Cardoso / La República

Aunque “Herido corazón” dure menos de cuatro minutos en la playlist, su eco lleva 24 años en la cumbre de la identidad musical peruana. Fue la voz de Carlos Soraluz Agurto la gestora de esta asociación oyente-himno. ¿El escenario? Las filas de Armonía 10, una orquesta de cumbia con medio siglo de trayectoria y con un luto reciente tras la muerte de su líder Walther Lozada.

En el cobijo de Piura y “por la gracia de Dios” —su constante mención de gratitud—, el exvocalista recibió del maestro el apodo de ‘Orejas’ y también la credulidad en su rango vocal. Empezó a brillar en el escenario de La Primerísima a los 23; ahora, con 48 años y fuera de ese plató, vuelve a sujetar el micrófono con fuerza para protagonizar el tributo que los hermanos Lozada Silupú, de manera independiente, han organizado en honor a su padre.

Junto con César Saavedra, Anthony Ponce, Roberto Moreno, Martín Pérez, Dennys Otero y Danny Delgado —las leyendas que una vez conformaron la orquesta hoy distinguida por el Mincul como Personalidad meritoria de la cultura—, Soraluz se libera de culpas frente a una posible reacción: una audiencia que quiera “beber hasta morir” y grite “regresa, te lo ruego”.

La última petición de Walther Lozada

“Si salgo de esta, voy a festejar mi aniversario, y quiero que me acompañes en unos compromisos. Canta aunque sea cuatro canciones, ‘Orejas’, lo que yo quiero es que estés conmigo en el escenario”, le dijo el productor un mes antes de su deceso, cuando Soraluz lo llamó para saber cómo lo trataba la cirrosis hepática.

“Ya, maestro, pero primero recupérese”. Sin embargo, la mejoría se quedaría solo como deseo entre los seguidores, los amigos y los consanguíneos. El 25 de julio, el adiós fue la única respuesta.

“Sentí su muerte. Será porque el maestro influyó mucho en mi carrera. (...) Si él no me hubiera empujado, no me hubiera dado la confianza, no creo que hubiera hecho algo. Así de tímido no iba a hacer nada. Me dio bastante pena”, confiesa el artista.

Por la 'Universidad de la cumbia' desfilaron legendarios artistas. Foto: cortesía de Carlos Soraluz

Por la 'Universidad de la cumbia' desfilaron legendarios artistas. Foto: cortesía de Carlos Soraluz

La firmeza de un compositor, el miedo de un artista

La confianza de la que habla se remonta a los 90. Carlos Soraluz había dado sus primeros pasos musicales en Mar Azul, Brisa Marina y la también aclamada Agua Marina: tres bandas cuyos nombres evidencian su pertenencia costera, piurana, cálida.

“Hola, Carlos, vengo de parte de Walther Lozada. Quiere conversar contigo, quiere ver si puedes trabajar en Armonía 10”, lo sorprendió Juan Chunga, el timbalero que también jugó el papel de mensajero cuando tocó a la puerta de un jovencísimo Soraluz.

Como el miedo pudo más que el agobio por el desempleo, el talento naciente le dijo que no. “Tenía la convicción de que no iba a encajar porque para mí Armonía 10 era muy grande″, admite ahora y sonríe modesto. Solo accedió a comunicarse vía teléfono público para dar fe de que Chunga le había alcanzado la petición.

Sin embargo, el visionario, casi a modo de orden, le contestó: “Quiero que pruebes con dos canciones. Vienes a mi estudio, te espero mañana, grabas nomás y te doy tu propina”. Y, por la propina, se animó: tres meses sin ingresos se configuraban como un argumento de peso.

De izquierda a derecha: Makuko Gallardo, Percy Chapoñay, Danny Delgado, César Saavedra y Carlos Soraluz. Foto: archivo de Carlos Soraluz

De izquierda a derecha: Makuko Gallardo, Percy Chapoñay, Danny Delgado, César Saavedra y Carlos Soraluz. Foto: archivo de Carlos Soraluz

Con la cara hacia la pared para superar la vergüenza, Soraluz entonó “Herido corazón” y “Ella”. “Está bien, muchacho, ¿por qué tienes miedo? (...) Me ha gustado. Si tú quieres, súbete a la orquesta hoy mismo”. Lozada presagiaba la relevancia de su voz entre los oídos peruanos.

“No, maestro. Yo no sé nada del repertorio”, le aseguró, pero la verdad era que su temor se había apoderado de su juicio: “Yo sabía que no iba a subir para estar al lado de semejantes cantantes en el escenario”. Ideó entonces una argucia: “Deme una semana para aprender las canciones”.

Su plan era permanecer lejos de los músicos a los que él denominaba — por su destreza— “monstruos”. Pero dos llamados después, primero de un auxiliar y luego del propio Walther, quien llegó hasta Sechura en su auto plomo, Soraluz entendió que su sitio era al lado de Makuko Gallardo y Percy Chapoñay.

“Yo no sé qué me vio, pero, a pesar de que yo estaba nervioso, me seguía apoyando. (...) Y así fue que me quedé en Armonía 10, aprendiendo de esos maestros que tenían todo: tenían voz, tenían corazón, tenían swing, tenían gracia”, narra.

Cuando 'Orejas' se unió a la filas de Armonía 10, recibió el apoyo de las legendarias voces de la cumbia. Foto: archivo de Carlos Soraluz

Cuando 'Orejas' se unió a la filas de Armonía 10, recibió el apoyo de las legendarias voces de la cumbia. Foto: archivo de Carlos Soraluz

El homenaje, la gratitud

Fue por esta relación de maestro y aprendiz que, en las puertas del funeral, Carlos Soraluz aceptó entonar junto a las antiguas voces los éxitos de Armonía 10. “Subimos inesperadamente y le hicimos un pequeño homenaje”.

Los hermanos Lozada Silupú aprovecharon el reencuentro para exponer sus planes: un tributo íntimo al margen de la popular agrupación. Al inicio, el intérprete de “La duda”, otro de los éxitos, no quería intervenir, pero Arturo Lozada, el mayor del clan, le recordó el anhelo de su progenitor y, de paso, el aprecio.

“Mi papá le guardaba un gran cariño a Carlos. Si se iba de Armonía 10, no era porque prefería otro grupo, sino porque siempre veló por su familia, por pasar tiempo con su esposa y sus hijitas”, mencionó el primogénito de los Lozada en una entrevista previa.

Soraluz coincide y concluye que su actual participación “es un agradecimiento tanto a él (Walther) como a sus hijos”.

Carlos Soraluz y Walther Lozada tejieron un estrecho lazo. Foto: archivo de Carlos Soraluz

Carlos Soraluz y Walther Lozada tejieron un estrecho lazo. Foto: archivo de Carlos Soraluz

Y ahora que ya no está don Walther y sabiendo que Arturo Lozada está organizando un homenaje fuera de la orquesta, ¿regresaría a Armonía 10?

— Sí me han propuesto, pero mi intención es trabajar solo, porque a veces las fuerzas ya no son las mismas... Armonía 10 trabaja duro y yo me he calmado un poco, pero nada está dicho. Nunca lo descarto, porque Armonía 10 ha sido mi casa y yo no puedo decir que no. No hay nada concreto.

—¿Cómo se siente al notar que “La duda”, la cual en algún momento fue suya, ha vuelto a cobrar fuerza dentro del público?

— Cuando yo voy a los alrededores de Piura, me doy cuenta de que la música de Armonía 10 que ahora ha vuelto a sonar la tocan los grupos chiquitos. (...) Esa canción ya tiene su edad, pero lo lindo es que, como he creado mi TikTok, hay gente que me comenta “Recuerdo que la coreábamos”. Y es algo hermoso. Ni yo creo que sea un clásico.

— Pero “Herido corazón” es la canción que más despierta su cariño…

— “Herido corazón” guarda un recuerdo, una experiencia, porque fue el punto para que don Walther me empiece a guiar, ese fue el hilo para que don Walther no me suelte. ¡Agradecido siempre! De ahí empezaron muchas canciones, historias bonitas.

— Si pudiera definir Armonía 10 en una sola palabra, con todo lo que ha vivido, ¿cuál sería?

— Armonía 10 es mi corazón.

Correctora web y columnista del espacio Glosario azul en La República. Periodista piurana (Udep) con experiencia en el género argumentativo y narrativo, y en la docencia de la gramática española.